Por Jeffrey A. Tucker. (Publicado el 31 de marzo de 2009)
Traducido del inglés. El artículo
original se encuentra aquí: http://mises.org/daily/3392.
Las obras de Leonard E. Read, que
fundo la Fundación para la Educación Económica (FEE) en 1946, están ahora en
línea en el Instituto Mises. Probablemente no sean las obras completas,
pero es todo lo que recogió en forma de libro. Son libros de influyeron a
varias generaciones de activistas, donantes, escritores e intelectuales. Son
libros que iniciaron el movimiento libertario después de la Segunda Guerra
Mundial. Los hijos de la FEE hicieron un gran bien al mundo y a la FEE se la
llama a menudo el padre de todos los think tanks libertarios (instituciones que
funcionan al margen de los medios académicos oficiales para el avance en las
ideas radicales).
Read hizo más que simplemente
patrocinar conferencias y publicaciones. En realidad, otros estaban haciendo lo
mismo. Hasta donde yo sé, nadie hasta ahora se ha dado cuenta de que usó un
arma secreta en su lucha, algo que le hizo verdaderamente diferente e
inusualmente eficaz. Eliminó el uso del derecho exclusivo de copia. Es como
decir que estimuló la máxima distribución posible de su obra y no prohibió a
otros copiar sus ideas infinitamente reproducibles.
Tomad cualquier libro o publicación
de la FEE después de la década de 1990. Veréis una notable y visionaria frase
en la página del derecho de autor:
Concedido permiso de reimpresión sin
ningún requisito especial.
Esta única frase es lo que lo hizo
posible. Cualquier periódico podía publicar un artículo. Cualquier editor podía
incluir un ensayo. De hecho, invitaba a cualquier editor a tomar cualquier
libro de la FEE y publicarlo y venderlo, sin deber ningún derecho ni pedir
ningún permiso.
¡Ni siquiera se pedía al editor que
indicara su origen! Así que, en este sentido, era incluso más radical que la
licencia de atribución de Creative Commons. Un
libro de la FEE tenía derechos de autor solo para que nadie más pudiera
reclamar esos derechos y concedía los máximos permisos. En la práctica, Read
ponía todo el conocimiento de la FEE en el dominio público tan pronto como se
publicaba.
Esto ahorraba la extenuante lucha
burocrática que suponía otorgar permisos y mantener los otorgados. No pedir
ninguna tasa o derecho significaba ahorrar también en burocracia contable.
Read no era un anarquista. Creía en
el “gobierno limitado”, pero aún así, esto es cierto: odiaba el estado más allá
de su forma más limitada. Lo veía como el gran enemigo de la libertad, la
creatividad y el progreso social. De hecho, era incluso más radical: se
resistía a todas las restricciones a la información. Debió haber visto que
restringir el flujo de información a través de los derechos convencionales de
autor se basa en la interferencia del estado para hacer de una cosa no escasa
(la información), algo artificialmente escaso. Esto iba contra todo su
temperamento.
Como escribió: “La libertad hace
sus maravillas sencillamente porque la capacidad generativa de incontables
millones no tiene ninguna fuerza externa que se oponga a su utilización”.
Pero hay algo más importante que
entendió Read. Entendió que el problema crítico que afrontaba la que llamaba la
“filosofía de la libertad” no era la piratería. Desde su punto de vista, las
ideas de la libertad no se habían “robado” lo suficiente. El problema que quería
superar no era demasiadas copias, sino demasiadas pocas copias. Veía que su
objetivo número uno era sacar de la oscuridad esas ideas y ofrecérselas al
público. El derecho convencional de autor no ayudaba en este aspecto, era una
rémora.
No hay que olvidar nunca que Read
tuvo experiencia en los negocios. Fue presidente de la Cámara de Comercio en
Los Ángeles antes de fundar la FEE. Debió haber visto muchísimos negocios
empezar y fracasar, no porque no tuvieran un buen producto, sino porque la
gente no sabía suficiente del producto como para ir y comprarlo. El problema
crítico que afronta todo innovador, después de conseguir la innovación, es
hacer que se conozca.
Pensad en una nueva hamburguesería
en Los Ángeles. No importa lo buenas que estén las hamburguesas, si la gente no
lo conoce, no tendrá éxito. Imaginaos que un enorme fan quiere imprimir
camisetas acerca de las hamburguesas. ¿Por qué querría el propietario del local
utilizar al gobierno para sacar dinero de quien imprime las camisetas? Sería una
tontería.
Y suponed que se inaugura en el
pueblo otra empresa de hamburguesas que utiliza la misma receta. ¿Qué pasa
entonces? La respuesta es considerar la imitación como un honor y competir de
la forma más agresiva posible. Te mantiene alerta, innovando y la misma
excitación de la competencia puede atraer a imitadores. ¿Y quién se va a
beneficiar más de esta lucha, la institución original o su copia? La respuesta
la vemos todos los días. Los originales que continúan innovando se benefician
de que se divulguen sus productos e ideas.
Read se veía igual en el negocio de
las ideas. ¿Por qué debería entonces dirigirse al estado para restringir el
flujo de ideas? Eso afectaría a todo lo que siempre había querido hacer. De
hecho, en lugar de restringir el acceso a los textos de la FEE, pidió al mundo
que los tomara y los imprimiera y los distribuyera. Quería esto más que nada.
Advertiréis que fue muy prolífico,
pero ¿por qué? Porque tuvo una ardiente pasión durante toda su vida por
difundir el mensaje des cualquier manera posible. Explicaba la filosofía de la
libertad una y otra vez de todas las formas que podía imaginar y animaba a
otros a hacer lo mismo. Era un evangelista divulgando el mensaje. Quería ser
pirateado para poder ver que estaba logrando algo.
Al leer sus libros, veréis que era
repetitivo y, si queremos criticarle, podría advertirse que raramente se
ocupaba en profundidad de ningún aspecto particular de la economía o comentaba
mucho las noticias. Desdeñaba técnicas que hoy pasan por ser análisis rigurosos.
Pero tenemos que apreciar dos cosas:
- sabía que la tarea más importante en la educación
era inspirar a la gente para que entendiera el conjunto global y
- sobre el tema del conjunto global de la capacidad
de la sociedad de dirigirse a sí mismas, tenía toda la razón.
Tenía esta gigantesca fe en la
libertad. Decía a menudo que no podía predecir y no predeciría el resultado de
otorgar la libertad a los individuos y no podía especular y no especularía
sobre la forma que tomaría esa sociedad bajo condiciones de libertad. Pero
podía decir con seguridad que fueran cuales fueran los resultados de la
libertad, estarían más en consonancia con los derechos humanos, serían más
humanos, más prósperos, más creativos y ordenados que cualquier cosa que pueda
producir el estado a través de la coacción.
Saltar a lo desconocido era algo
habitual para este hombre, algo en lo que creía fuertemente. Cuando la gente le
advertía que conceder permisos universales de reimpresión recortaría los
ingresos de la FEE, rechazaba completamente la idea. Su opinión era que,
mientras la FEE pudiera hacer su labor para hacer abierto el universo, haría
eso y confiaba en que los resultados serían mejores que con la restricción.
Compartía esta fe con gente como
Bastiat, que es un personaje histórico similar: fueron dos hombres que tuvieron
una firme convicción acerca un punto de la organización social que consigue
eludir a casi todas las personas vivientes en un momento de la historia. Creían
que la libertad era todo lo que se necesitaba para hacer que se generara una
buena sociedad. Ambos fueron incansables en su mensaje y trataron de encontrar
toda forma posible de enseñarlo.
Gracias a Dios por su visión. Pero
fijaos en lo que significa. El moderno movimiento de la libertad depende mucho
de los materiales de código abierto. Tiene consecuencias en el mundo porque
elimina los medios estatales de imponer escaseces artificiales y busca sobre
todo extender el mensaje. El movimiento libertario moderno nació en Creative
Commons y creció por ese medio.
Era verdad: ¡el material de la FEE
estaba por todas partes! Estaba en periódicos, revistas, monografías, libros e
impreso en todas las tecnologías existentes. La gente en aquel entonces
indicaba que no podías dejar de tropezarte con él. Iba contra la marea. El
resto intentaba conseguirse derechos de autor. Él dijo que no. Y lo mantuvo.
¿Dañó esto a la FEE? ¡Todo lo
contrario! Fue lo mejor que le ocurrió nunca a la institución y a las ideas que
representaba, Como decía Reid, la libertad funcionó. Las implicaciones son
profundas.
Se trata de practicar lo que
predicas, pero es más que eso: se trata de desarrollar una táctica eficaz para
divulgar la verdad. Lo que hizo Read es algo glorioso, aunque fuera por
instinto. Ojalá todos tuviésemos su instinto de cómo salir de la oscuridad a la
prominencia.
Jeffrey Tucker dirige Laissez-Faire Books y es consultor editorial en
Mises.org. Es autor de It's
a Jetsons World: Private Miracles and Public Crimes y Bourbon for Breakfast: Living Outside the Statist Quo.