El cristal roto

Por Frederic Bastiat. (Publicado el 2 de noviembre de 2009)

Traducido de la versión en inglés. El artículo original en inglés se encuentra aquí http://mises.org/story/3804.

(De su libro “Lo que se ve y lo que no se ve”)

 

¿Han sido alguna vez testigos de la furia del buen comerciante, Jaime B, cuando su descuidado hijo rompió un cristal? Si han estado presentes en esa escena, es casi seguro que habrán sido testigos del hecho de que cada uno de los espectadores, donde había hasta treinta, ofrecían a desafortunado propietario el invariable consuelo: “No hay mal que por bien no venga. Todos tenemos que vivir y ¿qué pasaría con los cristaleros si los cristales nunca se rompieran?”

Esta forma de condolencia contiene toda una teoría, que se muestra muy bien en este caso sencillo al ver que es precisamente la misma que, desgraciadamente, regula la mayor parte de nuestras instituciones económicas.

Supongamos que cuesta seis francos reparar el daño y decimos que el accidente aporta seis francos al comercio del cristalero (que aumenta ese comercio en la cantidad de seis francos), estoy de acuerdo, no tengo nada que decir contra esto, hemos razonado correctamente. El cristalero viene, realiza su trabajo, recibe sus seis francos, se frota las manos y, en el fondo, bendice al chico descuidado. Todo esto es lo que se ve.

Pero si, por otro lado, llegamos a la conclusión, como suele ocurrir, de que es una buena cosa romper ventanas, que eso hace que el dinero circule y que se favorece a la industria en general, me obligan a decir “¡Un momento! Su teoría se limita a lo que se ve, no tiene en cuenta lo que no se ve”.

No se ve que una vez nuestro comerciante ha gastado seis francos en una cosa, no puede gastarlos en otra. No se ve que si no hubiera tenido que reemplazar un cristal, podría tal vez haber reemplazado sus viejos zapatos o añadido un libro a su biblioteca. En resumen, habría empleado sus seis francos en alguna manera que este accidente ha impedido.

Veamos cómo a la industria en general le afecta esta circunstancia. Al romperse la ventana, el trabajo del cristalero se ve favorecido en la cantidad de seis francos: esto es lo que se ve.

Si el cristal no se hubiera roto, el comercio del zapatero (o algún otro) se habría favorecido en la cantidad de seis francos: esto es lo que no se ve.

Y si se tiene en cuenta lo que no se ve, porque es un hecho negativo, igual que lo que se ve, porque es un hecho positivo, se entenderá que ni la industria en general, ni la suma total de trabajo nacional se ven afectados, se haya roto el cristal o no.

Ahora consideremos al propio Jaime B. En el primer supuesto, que se rompa el cristal, gasta seis francos y no tienen ni más ni menos de que lo que tenía antes, disfrutar de una ventana.

En el segundo, donde suponíamos que el cristal no se había roto, habría gastado seis francos en zapatos y hubiera atenido a la vez el disfrute de un par de zapatos y de una ventana. Ahora bien, como Jaime B es parte de la sociedad debe llegarse  a la conclusión de que, considerada en conjunto, y estimando sus disfrutes y trabajos, ha perdido el valor del cristal roto.

De donde llegamos esta inesperada conclusión: “La sociedad pierde el valor de las cosas que se destruyen inútilmente” y debemos asentir a una máxima que hará que se le pongan los pelos de punta a los proteccionistas: “romper, estropear, desperdiciar, no es favorecer el trabajo nacional o, mas en breve “la destrucción no es un beneficio”.

¿Qué dirá el Moniteur Industriel? ¿Qué dirán ustedes, discípulos del buen M.F. Chamans, que ha calculado con tanta precisión cuánto comercio se generaría quemando París, a partir del número de casas que habría que reconstruir?

Siento perturbar estos ingeniosos cálculos en la medida en que su espíritu se ha introducido en nuestra legislación, pero les ruego que los reinicien teniendo en cuenta lo que no se ve y poniéndolo junto a lo que se ve.

El lector debe cuidarse de recordar que no hay sólo dos personas, sino tres afectadas por la pequeña escena que he sometido a su atención.

Uno de ellos, Jaime B, representa al consumidor, reducido, por un acto de destrucción, a un solo disfrute, en lugar de a dos.

Otro, bajo el título de cristalero, nos muestra al productor, cuyo comercio se ve favorecido por el accidente.

El tercero es el zapatero (u otro comerciante) cuyo trabajo sufre proporcionalmente por la misma causa.

Es esta persona la que siempre queda en la sombra y que, personalizando lo que no se ve, es un elemento necesario del problema. Es él quien nos muestra lo absurdo que es pensar que vemos un beneficio en un acto de destrucción. Es él quien pronto nos enseñará que no es menos absurdo ver un beneficio en una restricción, que, por otra parte, no es más que una destrucción parcial. Por tanto, si vamos a la raíz de todos los argumentos que se han aducido a su favor, todo lo que encontraremos será la paráfrasis de este dicho popular, ¿qué pasaría con los cristaleros si nadie rompiera nunca cristales?

-------------------------- 

Frédéric Bastiat fue el gran proto-austrolibertario francés cuyas polémicas y análisis trataron acerca de todos los clichés estatistas. Su intención principal como escritor fue llegar a la gente de la forma más práctica con el mensaje de la urgencia moral y material de la libertad.

Published Tue, Nov 3 2009 1:18 PM by euribe

Comments

# Impuestos

Sunday, November 29, 2009 7:01 AM by Mises Daily en español

Por Frederic Bastiat. (Publicado el 19 de noviembre de 2009) Traducido de la versión en inglés

# Bastiat no fue lo suficientemente lejos

Friday, January 1, 2010 2:21 PM by Mises Daily en español

Por Louis E. Carabini. (Publicado el 25 de diciembre de 2009) Traducido del inglés. El artículo

# Una democracia (y república) de decretos

Wednesday, June 8, 2011 11:41 AM by Mises Daily en español

Por Stephen Mauzy. (Publicado el 8 de junio de 2011) Traducido del inglés. El artículo

# Defendiendo a Kim Kardashian

Monday, January 9, 2012 11:17 AM by Mises Daily en español

Por James E. Miller. (Publicado el 9 de enero de 2012) Traducido del inglés. El artículo