La Italia prefascista: Impuestos, empréstitos y gasto

Por John T. Flynn. (Publicado el 22 de abril de 2011)

Traducido del inglés. El artículo original se encuentra aquí: http://mises.org/daily/5194.

[Extraído de As We Go Marching (1944)]

 

Ahora podemos ver que esta sociedad italiana había puesto en marcha ciertas corrientes de pensamiento. Veremos cómo aparecieron otras. Primero vemos la convicción de la gente de que había problemas económicos y sociales que les afectaban y tenían que resolverse, que los más importantes de esos problemas eran la pobreza y las crisis y que se decidió que el gobierno hiciera algo respecto de esos problemas. Estaban tan profundamente enraizadas estas convicciones que ningún hombre podría llegar al poder sin adoptarlas como parte de su política.

Esta situación se convirtió en padre de otra convicción establecida que empezó como un pequeño hilo y finalmente encontró su camino en el territorio del pensamiento público italiano. Empieza a fluir como corriente completa en el régimen de Agostino Depretis, que subió al poder como premier en 1876.

Desde el principio de la Italia unificada, el país había sido gobernado por la derecha, siendo estadistas y patriotas capaces, inspirados por los principios de la liberación y la unidad. Estaban bajo el dominio de ideas más políticas que económicas. Entretanto los impuestos subían, la centralización se convirtió en un fantasma para lo liberales y se ignoraban las demandas de seguridad privada a través de medidas de bienestar social y seguridad pública a través de militarización. El prestigio de la nación en el exterior se dice que se estaba deteriorando. El final de todo ello fue un levantamiento político contra el cauteloso régimen. Y en la cresta de este levantamiento llegó Depretis al poder. Era un periodista político que se había aliado con la izquierda en el parlamento. Cuando llegó al poder lo hizo como líder de la izquierda y como tal gobernó como primer ministro, salvo un breve interludio, durante la mayoría de los once años que van de 1876 a 1887.

Prometió todo tipo de reformas sin tener en cuenta la contradicción entre sus promesas. Prometió reducir los impuestos y aumentar las obras públicas. Prometió una mayor seguridad social y mayor prosperidad. Cuando llegó al poder, no tenía programa ni idea establecida de cómo cumplir estas promesas. Su partido se había reunido reclutando de todas las escuelas del pensamiento político. Encontró a su lado representantes de todo tipo de descontento y todo órgano de salvación nacional. Los inquilinos oprimidos junto con los sobrecargados y mal pagados artesanos de los pueblos se arremolinaban a su alrededor, junto con los más reaccionarios terratenientes y empresarios, para reclamar, como dijo un comentarista, el cumplimiento de los muchos pagarés contradictorios que había formado en su camino hacia el cargo.

Se suponía que era un hombre de integridad personal en lo que se refería al dinero. Pero resultó ser un líder con una evidente falta de honradez intelectual. Fue superficial considerado como estadista, con solo el más rudimentario conocimiento de los graves problemas de la economía y la reforma social. Pero como político fue un artesano de primer orden. Tenía un astuto conocimiento de los hombres. Si entendía solo superficialmente las debilidades y males del sistema social, conocía instintivamente los vicios y debilidades de los líderes políticos. Practicó una política de agradar a todos. Accedió al cargo son ningún plan de gobierno establecido, dependiendo de la improvisación cotidiana para afrontar las dificultades que se iban multiplicando.[1]

Un triste destino ha parecido perseguir a los ministros calificados de izquierdistas en Italia. Depretis, con compañeros liberales en puestos clave de su gabinete, adoptó, cuando llegó al poder, las políticas de sus predecesores conservadores y las hizo suyas. Aumentó los impuestos indirectos, evitó la solución de los problemas que había prometido atacar nombrando comisiones. Cuando asumió el cargo el presupuesto estaba equilibrado. Se mantuvo así hasta 1884. Sin embargo llegó la inevitable depresión y Depretis, el profeta de una vida mejor, no sabiendo qué más hacer con ella, recurrió a la disposición más antigua y reaccionaria: las obras públicas financiadas pidiendo prestado el gobierno. Adoptó la política que en nuestros tiempos ha sido llamada de “impuestos e impuestos, empréstitos y empréstitos, gasto y gasto”. El presupuesto se desequilibró en 1884 y permaneció así durante 13 años.

El presupuesto había estado desequilibrado de 1859 a 1876, pero los predecesores de Depretis habían acabado con esa condición. Depretis desequilibró el presupuesto en 1885-86 y ahora adoptaba esto como una política nacional deliberada. Viviendo precariamente para mantenerse en el poder, buscando aplacar a grupos de todo tipo, Depretis utilizó libremente los fondos públicos. Se construyeron carreteras, nuevas escuelas, canales, oficinas de correos y obras públicas de todo tipo con fondos públicos obtenidos con empréstitos.

Depretis descubrió entonces que disponía de una poderosa arma política. La vida política en Italia era notablemente corrupta. Los diputados podían comprarse. Pero Depretis descubrió que en lugar de comprar a los diputados, podía comprar a los electores. Todo distrito quería algún tipo asignación monetaria para escuelas, correos, carreteras, ayuda agrícola. El premier descubrió que podía comprar el favor del electorado gastando dinero público en el distrito. El diputado tenía que probar a su gente que estaba lo suficientemente a favor del premier para obtener esas concesiones. El estado filantrópico se acababa de erigir en Italia y nunca iba a ser desmantelado.

Margot Hentze describe así el sistema:

La presión se manifestaba a través de los órganos de la administración local, a los que se hacía entender que los distritos “favorables” podrían esperar nuevas escuela, obras públicas, carreteras, canales, oficinas de correos y telégrafos, etc., mientras que los “desfavorables” podrían incluso ver suprimidas sus instituciones existentes. Y el efecto de esta táctica fue grande. Muchos de los más eminentes hombres de la derecha perdieron sus escaños.[2]

La Enciclopedia Británica, 14ª edición, 1929, en su entrada “Italia”, alude así a este episodio:

En su ansiedad por permanecer en el cargo, Depretis y el ministro de finanzas, Magliani, no dudaron en hipotecar el futuro financiero de su país. No podía denegarse ninguna concesión a diputados, o grupos de diputados, cuyo apoyo fuera indispensable para la vida del gabinete, ni, bajo dichas condiciones, era posible poner ningún control efectivo a los abusos administrativos que interesaban a los políticos o sus electores.

Se subvencionaba secretamente a la prensa. Se adulaba a los periodistas y se pagaba a algunos mientras que otros obtenían puestos importantes para sus parientes. De hecho fue por un escándalo relacionado con la prensa por lo que Depretis se vio obligado a dimitir en una ocasión. Sus defensores solían hablar de él como “el incorruptible”. Fue calificado por algunos de sus enemigos como “el incorruptible corruptor de todos”. Así que el primer gobierno liberal de Italia hizo a su vida pública la dudosa contribución del control con fondos públicos y la política de empréstitos y gastos.

Quienes piensen que recurrir al gasto en déficit es una invención de los reformistas actuales pueden interesarse por el historial de déficits italianos:

 

Déficits

Presupuestos equilibrados

De 1859 a 1876

17 años

 

De 1876 a 1884

 

8 años

De 1884 a 1898

14 años

 

De 1898 a 1910

 

12 años

De 1910 a 1925

15 años

 

 

46 años

20 años

Así que en 66 años de vida nacional hasta 1925, el presupuesto de Italia ha estado desequilibrado durante 46 años. Los primeros 17 años de este historial procedían de la asunción de deudas de los diversos estados constituyentes y las grandes cargas de atender a la organización de la nueva nación. Pero tras Depretis, los déficits fueron el producto de una política definida de gasto de dinero prestado en obras públicas para evitar el desastre económico y permitir a los ministros permanecer en el poder.[3]

Por supuesto, el resultado de estos gastos y empréstitos fue crear una deuda enorme y siempre creciente. El 30 de junio de 1914, la deuda nacional italiana era de 15.766.000.000 liras, una suma enorme para el poder adquisitivo de entonces para un país del tamaño y la pobreza de Italia. La consecuencia fue que Italia se encontró, al entrar en guerra, bajo la necesidad de inmensos gastos bélicos financiados por enormes empréstitos que se acumularon a la ya inmensa deuda pública. El efecto de esta deuda, incluso antes de la guerra, fue imponer una asfixiante carga de impuestos sobre un pueblo demasiado pobre como para vivir decentemente. En 1913, solo el interés de la deuda suponía una cuarta parte de todos los ingresos públicos. Y en 1914, cuando la gente se quejaba por el opresivo coste del ejército y la marina, el interés de la deuda llegaba casi al total de ambas sumas.[4]

La deuda y su pago se convirtieron en el problema más apremiante del gobierno. King y Okey decían en 1909 que “el país está abrumado por los impuestos porque el estado a asumido cargas por encima de sus capacidades” y añadían que “la cuestión financiera está detrás de la mitad de las dificultades de Italia”.[5] Ciertamente se mezclaba con las discusiones sobre cualquier otra cuestión. Una vez comprometidos en mantener las cosas a flote mediante gasto público, no había forma de escapar. Habiendo descubierto el mecanismo como medio de poder, siembre habría líderes dispuestos a usarlo. Contra ellos, los estadistas más prudentes y honrados que aconsejaban una política financiera sana se veían impotentes. El buen consejo es inútil contra las concesiones de dinero. Italia nunca podría liquidar la deuda. Nunca podría esperar una reducción sustancial de la misma. Y a medida que se acumulaban los déficits, los hombres prudentes no podían ver adelante nada salvo el desastre. La carga de intereses se hizo tan intolerable que cuando Giolitti fue capaz de refinanciar la deuda a un tipo de interés más bajo fue alabado como un “Risorgimento financiero” de Italia.

Es interesante descubrir al último Guglielmo Ferrero lanzando una advertencia contra la política de empréstitos y gastos de Italia ya en 1899. En un volumen poco conocido llamado Il militarismo contaba cómo el gobierno había abierto nuevas carreteras, construido obras públicas a gran escala, creado bancos, organizado grandes servicios públicos, gastado en todo esto “sumas fabulosas” y “contraído grandes deudas”. Estas novedades, observaba Ferrero, se copiaron del parlamento francés y como consecuencia el parlamento italiano “acabó pareciéndose al parlamento francés y se convirtió en un instrumento en manos de una oligarquía”. Luego llamaba la atención ante el próximo desenlace:

Cuando las fuentes de abundancia del gobierno empezaron a secarse, cuando a causa de la falta de fondos y la imposibilidad de negociar préstamos frescos el estado se vio forzado a controlar la extensión de la burocracia y para las obras públicas, entonces y solo entonces se dieron cuenta los italianos de lo que significaba haberse permitido crear una de las naciones con mayor carga fiscal en el mundo.

Italia disfrutó de un respiro durante 12 años de déficits desde 1898 a 1910. Durante ese periodo obtuvo ganancias en forma de grandes remesas de efectivo de sus ciudadanos emigrantes que se habían establecido en América y mantenían un flujo continuo de fondos hacia los parientes mayores en casa. Fue muy importante en equilibrar su presupuesto, pues hubo una corriente constante de emigrantes abandonando Italia, gente muy pobre que contribuía muy poco al poder adquisitivo de su población y cuya salida eliminaba una tropa considerable anualmente de entre quienes precisaban asistencia pública, eliminando grandes cantidades de población sin posibilidad de empleo. Los que se fueron se convirtieron, bajo los patrones italianos, en grandes asalariados en el Nuevo Mundo y se transformaron en contribuyentes a su renta nacional en lugar de beneficiarios improductivos de su país. A pesar de esto, el presupuesto equilibrado despareció definitivamente en 1911, para no retornar hasta que una gran guerra y la consiguiente revolución eliminaron la libertad del pueblo de Italia.[6]

 

 

John Thomas Flynn (1882-1964) fue un famoso crítico de las decisiones políticas internas y externas de la administración Roosevelt, oponiéndose tanto al New Deal como a la Segunda Guerra Mundial. El miembro senior dela Instituto Mises Ralph Raico describió a Flynn es su prólogo a la edición del 50 aniversario de The Roosevelt Mith: “Hay pocas dudas de que el mejor informado y más tenaz de los miembros de la Vieja Derecha fue John T. Flynn”.

Este artículo esta extraído de As We Go Marching (1944).



[1] Bolton King y Thomas Okey, en su excelente relato de Italia en estos años, dicen del gobierno de Depretis que “nominalmente era más liberal que la derecha, pero tenía debilidades propias que eliminaban ese liberalismo de la realidad (…) Obtuvo su fortaleza del sur y el sur era l hogar de todo lo que estaba enfermo en la vida política. La mayoría de sus líderes, aunque patriotas en cierto modo, tenía métodos poco escrupulosos”. Italy Today, por King y Okey, Nisbet & Co., Londres, 1909.

[2] Pre-Fascist Italy, por Margot Hentze, G. Allen, Londres, 1939.

[3] Las cifras aquí utilizadas se basan en lo siguiente:

Panfleto publicado por el Provveditorato Generale Delia Stato, Roma, 1925. Italian Government Finances, por H. C. McLean, para 1923 y 1925. Trade Information Bulletins Nº 116 y 130, Commerce Reports, U.S. Dept. of Commerce. Italy's International Financial Position, por Constantine McGuire, Macmillan, Nueva York, 1926, p. 63, et seq. Cambridge Modern History, Vol. XII, pp. 232, 233. Fascist Italy, por William Ebenstein, American Book Company, Nueva York, 1939. The Fascist Experiment, por Luigi Villari, Londres, 1926. Enciclopedia Británica, entrada “Italia” 14ª Edition, Vol. 12.

[4] Italy's International Financial Position, por Constantine McGuire, Macmillan, Nueva York, 1926.

[5] Italy Today, por King y Okey, Nisbet & Co., Londres, 1909.

[6] El Dr. Gaetano Salvemini, cuyas contribuciones al examen de toda la experiencia fascista en Italia han sido tan grandes, hizo una afirmación acerca de la deuda que no se corresponde con el relato anterior en un punto. En un debate con el Dr. Roselli, defensor del fascismo, ante la Asociación de Política Exterior, dijo: “Hemos sido capaces de equilibrar el presupuesto siempre con superávit durante los quince años antes de la guerra”. Constantine Maguire da las siguientes cifras como el déficit total para los años 1898 a 1914: Ingresos, 31.991.000.000 liras; gastos, 36.804.000.000, un déficit para los dieciséis años de 4.813.000.000 liras. El presupuesto estuvo equilibrado de 1898 a 1910. Pero este registro acabó en 1911 y no se repitió durante otros 15 años. En los 15 antes de que Italia entrara en guerra el presupuesto estuvo equilibrado diez veces y desequilibrado cinco veces.

Published Mon, Apr 25 2011 7:10 PM by euribe

Comments

# re: La Italia prefascista: Impuestos, empréstitos y gasto

Monday, April 25, 2011 12:54 PM by clcgree1

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