Por
Murray N. Rothbard. (Publicado el 23 de diciembre de 2010)
Traducido
del inglés. El artículo original se encuentra aquí: http://mises.org/daily/4814.
[Este artículo está extraído de Historia del pensamiento económico, vol. 1, El
pensamiento económico hasta Adam Smith]
La primera escuela de pensamiento
económico consciente de serlo se desarrolló en Francia poco después de la
publicación del Ensayo
de Cantillon. Se llamaban a sí mismos “los economistas”, pero luego se les llamaron
los “fisiócratas” por su principal principio político-económico: la fisiocracia (el gobierno de la
naturaleza).
Los
fisiócratas tenían un verdadero líder (el creador del paradigma fisiocrático),
un propagandista principal y varios discípulos bien colocados y editores de periódicos.
Los fisiócratas se promocionaban entre sí, revisaban entre sí sus prolíficas
obras en términos elogiosos, se reunían frecuente y periódicamente en salones
para redactar trabajos y discutir los ensayos de los demás y generalmente se
comportaban como un movimiento consciente. Tenían un cuadro de fisiócratas
radicales y una penumbra de influyentes compañeros de viaje y simpatizantes.
Por desgracia, los fisiócratas pronto adquirieron las dimensiones de un culto
además de una escuela, acumulando elogios y alabanzas sin crítica sobre su
líder, que así se convirtió en un gurú así como en el creador de un importante
paradigma en el pensamiento económico.
El fundador,
líder y gurú de la fisiocracia fue el Dr. François Quesnay (1694-1774), un
espíritu incansables, carismático e intelectualmente curioso que era típico de
los intelectuales de la Ilustración del siglo XVIII. Entusiasta de las ciencias
físicas, como estaban tantos intelectuales a la sombre del gran Isaac Newton,
Quesnay, hijo de un granjero acomodado, leyó mucho acerca de la profesión que
eligió, que fue la medicina. Tras obtener fama como cirujano y médico, Quesnay
escribió obras médicas y también se convirtió en agronomía, escribiendo acerca
de su tecnología. En 1749, con 55 años, se convirtió en médico personal de la
amante del rey Luis XV, Madame de Pompadour,
y unos pocos años después se convirtió en médico personal del propio rey.
Fue a
finales de la década de 1750, con más de 60 años, cuando el Dr. Quesnay se
interesó por los asuntos económicos. La fundación del movimiento fisiócrata
puede datarse precisamente en el momento de julio de 1757 en que el gurú
conoció a su principal discípulo y propagandista. Pues fue entonces cuando el Dr.
Quesnay conoció al incansable, frívolo, entusiasta y algo chalado Victor
Riqueti, Marqués de Mirabeau (1715-1789). Mirabeau, un
aristócrata descontento con mucho tiempo libre en sus manos, acababa de
publicar las primeras partes de una obra en varios tomos, un superventas
titulado grandilocuentemente L'Ami des
hommes (El amigo de los hombres).
La obra
había encantado a muchos franceses por su misma exuberancia y falta de sistema,
así como su curioso uso del arcaico estilo del siglo XVII. Mientras escribía L'Ami des hommes, Mirabeau era casi un
discípulo del anciano Cantillon,
glosando y publicando el Ensayo, pero
el contacto con Quesnay le convirtió pronto en el portavoz y propagandista del
doctor. Las divagaciones de un médico excéntrico aparentemente inocuo se habían
convertido así en una escuela de pensamiento, una fuerza a considerar.
La alta
posición de los dos fisiócratas fundadores servía bien a su causa. El
importante puesto de Quesnay en la corte, así como la fama y posición aristocrática
de Mirabeau dieron al movimiento poder e influencia. Aún así, la economía
política era peligrosa en aquellos tiempos de absolutismo y censura y
Quesnay publicó prudentemente su obra
bajo pseudónimos o a través de discípulos. De hecho Mirabeau fue encarcelado
varias semanas en 1760 por su libro Théorie
de l'impôt (Teoría de los impuestos),
en concreto por su virulento ataque a los impuestos opresivos y al sistema
financiero del “derecho a cobrar impuestos”, en el que el rey vendía los derechos
impositivos a empresas. Sin embargo fue liberado gracias a los buenos oficios
de Madame de Pompadour.
Los
fisiócratas llevaban sus operaciones a través de varias revistas y en salones
periódicos, algunos realizados en la casa del Dr. Quesnay, siendo el más
importante el seminario de las tardes del martes en la casa del Marqués de
Mirabeau. La principales figura fisiócratas fueron Pierre François Mercier de
la Rivière (1720-1793), cuyo L'Ordre
natural et essentiel des sociétés politiques (El orden natural y esencial de las sociedades políticas) (1767) fue
la principal obra de la escuela sobre filosofía política, el abad Nicolas Baudeau (1730-1792)
editor y periodista de los fisiócratas, Guillaume François Le Trosne (1728-1780),
jurista y economista y el miemrbo más joven del grupo, el secretario, editor y
funcionario Pierre
Samuel Du Pont de Nemours (1739-1817), que posteriormente emigraría a
Estados Unidos para fundar la famosa familia de fabricantes de pólvora.
En modo
alguno el aspecto de culto del grupo fisiocrático se mostraba más claro que en
los adjetivos utilizados para su maestro. Sus seguidores afirmaban que Quesnay
se parecía a Sócrates y se referían a él habitualmente como el “Confucio de
Europa”. De hecho, a pesar de que Adam Smith y otros hablaran de su gran “modestia”,
el Dr. Quesnay se identificaba con la supuesta sabiduría y gloria del sabio
chino. Mirebau llegó a proclamar que la tres grandes invenciones de la historia
de la humanidad eran la escritura, el dinero y el famoso diagrama de Quesnay,
la Tableau économique.
La secta
duró menos de dos décadas, cayendo rápidamente después de mediados de la década
de 1770. Varios factores precipitaron su caída. Uno fue la muerte de Quesnay en
1774 y el hecho de que en sus últimos años el médico había perdido mucho
interés por su culto y se había dedicado a trabajar en matemáticas, donde
afirmaba haber resuelto el antiguo problema de la cuadratura del círculo.
Además,
la caída en desgracia como ministro de finanzas de su compañero de viaje, A.R.J.
Turgot, dos años después, y el infortunio que cayó sobre Mirabeau por una
campaña de descrédito público por su mujer e hijos casi al mismo tiempo, hizo
que la fisiocracia perdiera su influencia. Y la llegada de La riqueza de las naciones de Smith en el mismo año pronto llevó al
desafortunado hábito de ignorar el pensamiento anterior a Smith, como si la
nueva ciencia de la “economía política” se hubiera creado únicamente y de la
nada por Adam Smith.
Laissez faire y libre comercio
Los
fisiócratas se fijaban principalmente en dos áreas: la economía política y el
análisis económico técnico y la diferencia en la calidad de sus respectivas contribuciones
es tan grande que causa estupefacción. Pues en economía política en general fueron
normalmente perspicaces y realizaron importantes contribuciones, mientras que
en economía técnica introdujeron falacias notables y a menudo extravagantes que
iban a afectar a la economía durante largo tiempo.
En
economía política, los fisiócratas estuvieron entre los primero0s pensadores
del laissez faire, abandonando con desdén todo el bagaje mercantilista. Pedían
una completa libre empresa interna y externa y un libre mercado, sin
subvenciones, privilegios de monopolio o restricciones. Al eliminar esas
restricciones y exacciones, florecerían el comercio, la agricultura y toda la
economía.
En comercio internacional, aunque a los fisiócratas les faltaba
el mecanismo de flujo del metálico al precio del brillante y complejo
Cantillon, fueron más audaces al arrojar el guante a todas las falacias y
restricciones mercantilistas. Es absurdo y contradictorio, apuntaban, que una
nación intente vender mucho a países extranjeros y comprar muy poco: vender y
comprar son las dos caras de la misma moneda.
Además, los fisiócratas adelantaron la idea de la economía
clásica de que el dinero no es esencial,
de que a largo plazo los productos (los bienes reales) se intercambian entre
sí, con el dinero simplemente como intermediario. Por tanto, el objetivo clave
no es amasar metálico o seguir la quimera de un balance comercial
permanentemente favorable, sino tener un alto nivel de vida en términos de
productos reales. Buscar amasar metales preciosos significa que la gente en una
nación está renunciando a bienes reales para adquirir mero dinero, por tanto
están perdiendo en lugar de ganando riqueza en términos reales. De hecho, el
dinero vale para intercambiarlo por riqueza real y si la gente insiste en
acumular un tesoro no utilizado de metal precioso perderá riqueza
permanentemente.
Cuando Turgot se convirtió en ministro de finanzas de
Francia en 1774, su primera acción fue decretar la libre importación y
exportación de grano. El preámbulo de este edicto, redactado por su auxiliar Du
Pont de Nemours, resumía la política de laissez faire de los fisiócratas (y de
Turgot) de una forma elegante y sucinta: la nueva política de laissez faire,
decía, estaba pensada
para animar y extender el cultivo de la tierra, cuyo
producto es la riqueza más real y segura de un estado, para mantener la
abundancia en los graneros y la entrada de grano extranjero, para impedir que
el grano baje a un precio que desanime al productor, para eliminar el monopolio
eliminando la licencia privada a favor de una competencia libre y completa y
manteniendo entre distintos países que la comunicación de intercambio de lujos
por necesidades que es tan confortable para el orden establecido por la Divina
Providencia.
Aunque los fisiócratas estaban oficialmente a favor de una
completa libertad de comercio, su pasión acuciante (y esto se refleja en su
economía a menudo extravagante), era derogar todas las restricciones a la libre
exportación del grano. Es comprensible que se concentraran en la eliminación de
una restricción de mucho tiempo, pero parecieron mostrar poco interés en la
libertad de importación de grano o la
libertad de exportar manufacturas. Todo esto estaba incluido en el infatigable
entusiasmo de los fisiócratas por los altos precios agrícolas, casi un bien en
sí mismo.
De hecho, los fisiócratas fruncían el ceño en las
exportaciones de productos manufacturados que compitieran y rebajaran el precio de las exportaciones agrícolas. El
Dr. Quesnay llegó a escribir: “feliz la tierra que no tiene exportación de
manufacturas, porque las exportaciones agrícolas mantienen los precios
agropecuarios en un nivel tan alto como para permitir a la clase estéril vender
sus productos en el extranjero”. Como veremos, “estéril” por definición
significaba todo lo que no fuera agricultura.
Murray N. Rothbard (1926-1995) fue decano de la Escuela
Austriaca. Fue economista, historiador de la economía y filósofo político
libertario.
Este
artículo está extraído de Historia del pensamiento económico, vol. 1, El
pensamiento económico hasta Adam Smith.