Del tiempo y las nubes

Por J. Grayson Lilburne. (Publicado el 15 de enero de 2010)

Traducido del inglés. El artículo original se encuentra aquí: http://mises.org/daily/4011.

                         

Tal y como expresé en mi artículo “Para la civilización, es Mises o la decadencia”, parece que los bancos centrales, y estado intervencionista en general, están induciendo al despilfarro de capital a un ritmo que puede resultar fatal para la civilización. Estamos cayendo rápidamente en lo que Ludwig von Mises llamaba la “Crisis del intervencionismo” y la única salida de ella es a través de un redescubrimiento extendido de una economía sólida entre el público formado.

En particular, es imperativo que la mayor cantidad posible de gente entienda claramente cómo los bancos centrales inducen al consumo de capital. Como nos enseña Mises, esto se hace principalmente a través de la manipulación del tipo de interés. Así que para entender cómo la Reserva Federal y sus pequeños colegas los bancos centrales están literalmente destruyendo la sociedad, debo ahondar en el misterio del interés.

Presencia temporal y acción

El fenómeno del interés se produce a causa del sencillo hecho de que, en principio, la gente prefiere la satisfacción antes que después. Esta característica universal del hombre se llama “preferencia temporal”. La preferencia temporal también puede verse en el comportamiento de los niños, como en el “experimento de las nubes[1]” realizado en la Universidad de Stanford.

Como informa el New Yorker,

“A finales de la década de 1960, Carolyn Weisz, una niña de cuatro años con largo cabello castaño, fue invitada a un ‘cuarto de juegos’ en la Bing Nursery School en el campus de la Universidad de Stanford. El cuarto era poco más que un armario grande, con una mesa y una silla. Se pidió a Carolyn que se sentara en la silla y escogiera una golosina entre nubes, galletas y pretzels. Carolyn escogió una nube.  Aunque ahora Carolyn tenga 44 años, sigue sintiendo debilidad por estas bolas de aire hechas con jarabe de maíz y gelatina. ‘Sé que no deberían gustarme’, dice, ‘¡Pero son tan ricas!’ Luego un investigador hizo una oferta a Carolyn: podía comerse ahora mismo una nube o, si quería esperarle mientras estaba fuera unos minutos, tendría dos nubes cuando volviera. Le dijo que si hacía sonar una campana que había en la mesa mientras estaba fuera, volvería corriendo y podría comerse una nube, pero perdería la segunda. Luego dejó la habitación. (…)

La mayoría de los niños fueron como Craig. Lucharon por mantener el trato y se resistieron durante una media de tres minutos. ‘Unos pocos niños se comieron directamente la nube’, recuerda Walter Mischel, el profesor de psicología de Stanford a cargo del experimento. ‘Ni siquiera se preocuparon por hacer sonar la campana. Otros niños miraron fijamente a la nube y luego hicieron sonar la campana treinta segundos después’. Sin embargo, alrededor del 30% de los niños fueron como Carolyn. Retrasaron con éxito la gratificación hasta que volvió el investigador, unos quince minutos después. Estos niños lucharon con la tentación pero encontraron una forma de resistirse.”

Al luchar con la “tentación”, esto niños estaban en realidad deliberando acerca de un intercambio no interpersonal: lo que Mises llamaba un “intercambio autista”. (Naturalmente, los investigadores no cuentan en realidad como “partes” interesadas en el intercambio). Estaban decidiendo acerca de un intercambio que afectaba a dos bienes distintos: un bien presente (la golosina que tenían delante) a cambio de un bien cuantitativamente mayor en el futuro (dos golosinas en 15 minutos).

A causa de su cercanía en el tiempo, los bienes presentes siempre tienen una prima en relación con los futuros, en igualdad de condiciones. A esta prima se le llama preferencia temporal y varía de unas personas a otras. Otra forma de decir lo mismo es que, a causa de su lejanía en el tiempo, los bienes futuros siempre tienen un descuento en relación con los presentes y éste varía de unas personas a otras. Craig y los demás niños que no esperaron mostraron una mayor preferencia temporal que Carolyn y los demás niños que esperaron. En otras palabras, pusieron una prima más alta en “ahora” o un mayor descuento en “después”.

Preferencia temporal e “interés” del trueque

La prefrencia temporal desempeña un papel tan fundamental en los intercambios interpersonales como en los “autistas”. Imaginemos a Craig y Carolyn como partes de un intercambio potencial. Craig no tiene nubes, pero espera obtener dos de su madre en 15 minutos. Carolyn tiene una nube. Ambos consideran el siguiente intercambio potencial: Craig “toma prestada” la nube de Carolyn para comérsela ahora a cambio de “devolvérsela” con las dos nubes que obtendrá en 15 minutos. Este intercambio potencial es exactamente análogo al intercambio “autista” del experimento de Stanford, salvo por las consideraciones adicionales que implican las relaciones con otros (deseo de hacerse amigos/gustar/no gustar/etc., a la otra persona).

Así que, dejando aparte esos otros factores, y suponiendo que todo lo demás es igual que en el experimento de Stanford, la preferencia temporal relativamente alta de Craig le llevaría a aceptar el intercambio como prestatario y la preferencia temporal relativamente baja de Caorlyn le llevaría a aceptar el intercambio como prestamista. Craig estaría dispuesto a renunciar a dos nubes futuras a cambio de tener una en el presente, porque, descontando su preferencia temporal, valora menos el bien futuro mayor que el bien presente menor.

Y Carolyn estaría dispuesta a aceptar dos nubes futuras a cambio de entregar una presente, porque, aún descontando su preferencia temporal, valora más el bien futuro mayor que el bien presente menor.

En un intercambio así, la “carga de intereses” consistiría en la nube extra que obtiene Carlyn a cambio de esperar. Por muy tonto que parezca hacerlo, no hay nada ilógico en el cálculo del “tipo de interés” de esta intercambio en el 100% calculado en 15 minutos.

Ahora podemos ver por qué el interés depende de la preferencia temporal.

Si la preferencia temporal de Craig o Carolyn hubiera sido menor, el tipo de interés habría sido menor (digamos una nube en el presente a cambio de una nube y media en el futuro: un tipo del 50%). Con menos urgencia por una gratificación inmediata, Craig como prestatario podría haber sido capaz de aguantarse por un tipo de interés menor y a Carolyn como prestamista no le habría importado aceptar este tipo tan bajo.

Si la preferencia temporal de Craig o Carolyn hubiera sido mayor, el tipo de interés también habría sido mayor (digamos media nube en el presente a cambio de dos en el futuro: un tipo del 200%). Con una prima mayor en el “ahora”, Carolyn habría insistido en un tipo de interés mayor y Craig habría estado dispuesto a aceptarlo.

¿Qué ocurriría si Carolyn tuviera dos nubes en lugar de una? Como bien económico, las nubes obedecen la ley de la utilidad marginal (ver este cómic que explica este principio económico fundamental). A medida que aumenta la oferta de Carolyn de nubes en el presente, baja la utilidad que ofrece cada nube presente.

Con una menor valoración de las nubes en el presente, estaría dispuesta a aceptar un tipo de interés inferior. Asimismo, de acuerdo con la ley de la utilidad marginal, si Carolyn tuviera una oferta menor de nubes en el presente (digamos media nube), la mayor utilidad marginal resultante le llevaría a insistir en un tipo de interés más alto.

Aunque es fácil pensar otra cosa, Craig, con las manos vacías como está, tiene también una oferta de bienes. Tiene una oferta de dos nubes futuras. Los bienes futuros están también sujetos a la ley de la utilidad marginal. Si su oferta aumenta, su utilidad marginal disminuye y viceversa.

Así que si Craig esperaba obtener tres nubes de su madre en lugar de dos, este aumento en su oferta  de nubes futuras disminuiría la utilidad de cualquier cantidad concreta de nubes futuras. Con una menor consideración por nubes futuras, estaría dispuesto a aceptar un tipo de interés más alto. La otra cara de esto es que si esperaba sólo una nube en 15 minutos, la mayor utilidad marginal resultante de las nubes futuras le llevaría a insistir en un tipo de interés más bajo.

Preferencia temporal e interés del dinero

El préstamo hipotético anterior implicaba trueque, pero la preferencia temporal es igual de fundamental para los intercambios y tipos de interés monetarios. Como escribió Mises, el dinero es un bien económico. Así que el dinero presente y futuro es un bien económico, igual que las nubes presentes y futuras.

Ambos están sujetos a la ley de la utilidad marginal y por tanto el mercado de dinero presente ofrecido a cambio de dinero futuro se comportará de en buena parte igual que el mercado de nubes presentes frente a futuras. La cantidad de fondos presentes en manos de potenciales prestamistas tendrá una relación inversa con su efecto en el tipo de interés y la cantidad de fondos futuros en manos de prestatarios tendrá una relación directa con su efecto en el tipo de interés.

Pero hay una diferencia clave. Por definición, el dinero como tal nunca se desea por sí mismo. El dinero se desea por su poder de compra. Por ejemplo, digamos que Craig está en una tienda de golosinas y quiere un níquel para comprar una nube. (Si no se cree que una nube pueda costar jamás un níquel, dé unos pocos años más a la Fed). Craig no tiene nada, pero van a darle la paga de dos níqueles en 15 minutos. Digamos que Carolyn también está en la tienda. Tiene un níquel y, si fuera gastarlo, lo haría comprando también una nube. Ambos consideran el siguiente intercambio potencial: Craig toma prestado a Carolyn un níquel ahora mismo con el fin de comprar y comer ahora una nube, a cambio de pagar a Carolyn su paga de dos níqueles en 15 minutos.

El dilema que se les presenta aquí a los niños es análogo a los que afrontaron tanto en el trueque potencial del último escenario como del intercambio autista potencial del experimento de Stanford. La preferencia temporal relativamente alta de Craig le impulsará de nuevo a realizar el intercambio como prestatario y la preferencia temporal relativamente baja de Craig le impulsará de nuevo a realizar el intercambio como prestamista.

Craig cambiaría una mayor cantidad de dinero futuro por una menor cantidad de dinero presente, lo que es básicamente renunciar a comer más tarde más nubes para comer menos ahora mismo.

A la inversa, Carolyn cambiaría comer ahora menos nubes por comer luego más. Así que se produciría el préstamo de los cinco centavos. (Por supuesto, en realidad el dinero no se desea sólo para comprar un solo bien, sino más bien para comprar un amplio rango de bienes).

Preferencia temporal, capital y préstamo de inversión

La preferencia temporal es también un factor fundamental en la inversión y producción de capital. Supongamos que Craig y Carolyn crecen y se encuentran atrapados en una isla. Dividen las partes habitables de su alrededor en dos partes, tomando cada uno como suya la que cultiven primero. Supongamos que hay árboles en la isla que producen un fruto fibroso que resulta tener un sabor como el de las nubes.

De hecho, comer uno de esos frutos produce asombrosamente la misma experiencia exactamente que comer las nubes que les ofrecían los investigadores de Stanford cuando eran niños. Estos “frutos nube” pueden conseguirse lanzando piedras a la copa del árbol. Algunos árboles son más altos que otros y por tanto los frutos nube son más difíciles de alcanzar con las piedras. Pero cuanto más alto sea el árbol, más abundantes son sus racimos, así que una piedra que llegue a lo alto de un árbol grande arrojará más frutos nube que un tiro a un árbol bajo.

Craig y Carolyn pueden conseguir un cierto nivel bajo de productividad lanzando a mano piedras a los árboles bajos. Pero luego ambos tienen la idea de fabricar una honda (un bien de capital) con las fibras de uno de los frutos nube. La honda puede emplearse para lanzar más alto una piedra, pero saben que se romperá después de un uso. Ambos tendrían que sacrificar la satisfacción presente de comerse el fruto empleado para construir la honda. Pero la honda les permitiría obtener 2 frutos en 15 minutos (el tiempo que lleva construir y usar la honda).

Esta elección entre 1 fruto nube presente y 2 frutos nubes futuras, si no consideramos la desutilidad del trabajo que implica, es exactamente análoga a la del experimento de Stanford que realizaron de niños. Suponiendo las mismas preferencias temporales (y el difícil desarrollo que supone), Craig no haría la inversión, pero Carolyn sí.

Ahora supongamos que Craig y Carolyn descubren que en la isla habita una sociedad entera de gente con complejo de Peter Pan que, como Craig y Carolyn, emplean la mayor parte de su trabajo en obtener frutos nube. A pesar de su naturaleza infantil, los miembros de esta sociedad se las han arreglado para desarrollar una economía monetaria. La unidad monetaria es cierta hermosa concha que puede encontrarse en las aguas que rodean la isla. El precio actual de un fruto nube es 1 concha.

Después de unos pocos meses en la isla, Carolyn, con su mayor preferencia temporal, se impone a Craig en términos de riqueza. Ha acumulado una gran existencia de capital de herramientas para obtener frutos nube, así como una gran existencia de conchas ahorradas. Craig está arruinado en términos de frutos nube y conchas. Todo lo que tiene son piedras.

Finalmente decide madurar un poco e invertir en capital. Tiene la idea de usar las fibras de 2 frutos nube para construir una ballesta de un solo uso que proporcionará 6 frutos nube. Pero como está arruinado, la única forma de embarcarse en este proyecto es pidiendo prestado. Así que se dirige a Carolyn para pedirle un préstamo. Acuerdan el intercambio de préstamo de 2 conchas actuales por 4 conchas en 30 minutos.

Este tipo, como todos los de las situaciones anteriores, viene determinado por las valoraciones, preferencias temporales y niveles presentes y futuros de riqueza tanto de Craig como de Carolyn. En esta economía, un factor importante en la decisión de Carolyn es la productividad de sus bienes de capital para la obtención de frutos nube, que determinan sus futuras expectativas de riqueza y por tanto la utilidad marginal que le ofrezcan sus frutos nube futuros.

Craig usa sus 2 conchas prestadas para comprar 2 frutos nube al vendedor local, fabrica su ballesta y obtiene su rendimiento. Dentro de la media hora acordada, paga a Carolyn sus 4 conchas (que adquirió vendiendo 4 frutos nube) y puede comerse 2 frutos nube.

Después tiene otro momento “eureka”: ¡con las fibras de 10 frutos nube, podría fabricar una catapulta de un solo uso que le proporcionaría 40 frutos nube! Así que vuelve a Carolyn, le pide prestadas 10 conchas a un tipo de interés reducido del 50%, compra 10 frutos nube, construye su catapulta, obtiene 40 frutos nube, vende 15, paga a Carolyn 15 conchas, guarda 25 frutos nube para él y disfruta de su nueva prosperidad. Craig continúa teniendo ideas para proyectos de capital cada vez más ambiciosos y continúa pidiendo prestado a Carolyn para financiarlos. Acaba llegando a proyectos de capital que llevan varios días completar y solicitar múltiples créditos para financiarlos.

La expansión del crédito y el ciclo económico

Sin saberlo Craig ni Carolyn, un helicóptero está en camino hacia su goloso País de Nunca Jamás. Por desgracia, su capitán es un tipo llamado Helicóptero Ben, que quiere salvar toda la economía de la isla. Desde su helicóptero, arroja cientos de conchas falsas de yeso a intervalos regulares en los depósitos de todos los prestamistas de la isla, incluida Carolyn. Helicóptero Ben insiste en que lanzar nuevo dinero en el mercado del crédito (“expansión del crédito”) ayudará a crecer a la economía.

Craig se dirige a Carolyn para un préstamo par su último proyecto de capital: una catapulta nueva y mejorada. Pero se detiene al encontrar que ella está ahora cobrando sólo ¡un tipo del 10%! Con su nueva abundancia de conchas, la utilidad marginal de conchas en el presente se ha desplomado, de ahí su tipo inferior.

Craig está asombrado. ¡Con un tipo del 10%, el cielo es el límite para la inversión en capital! Si el tipo del 10% persiste durante todo un mes, podría financiarse su proyecto soñado: utilizar 500 frutos nube para construir un trabuquete de un solo uso que pudiera llegar a la copa del árbol más alto de la isla y así hacer caer 5.000 frutos nube.

¿Persistirá el tipo tan bajo? “¿Por qué no?”, piensa Craig, “Carolyn ha venido rebajando constantemente desde que empecé a pedirle prestado. Dice que es en parte por ser digno de crédito, pero también porque ella se va haciendo más rica con sus propios proyectos de capital. Sus nuevos proyectos de capital le producen más frutos nube, la mayoría de los cuales vende a cambio de más conchas. Con cada aumento de sus existencias de conchas, está más dispuesta a  aceptar un tipo de interés más bajo pues entonces cada concha individual ya no es tan importante como antes”.

Craig tendría toda la razón al esperar que el tipo de interés permanezca bajo si esto lo hubiera causado realmente un aumento de la productividad de Carolyn o por un aumento en sus ahorros debido a una preferencia temporal más baja. Pero la productividad y los ahorros reales no han cambiado en nada. Las conchas de yeso de Helicóptero Ben no han hecho nada por aumentar la riqueza de la isla.

Las falsas conchas son sólo medios de intercambio: no satisfacen directamente ningún deseo humano, ni producen nada que satisfaga ningún deseo humano. Además, Helicóptero Ben  sabe que no puede arrojar conchas falsas eternamente. Cuantas más arroje, menos valdrá cada concha individual, falsa o no. Si continúa mucho tiempo, los isleños acabarán dejando de aceptar las conchas y volverán a una economía de trueque. Así que sabe que en algún momento, al menos él, tendrá que dejar de arrojar conchas.

Supongamos que Helicóptero Ben decide hacer una pausa después de dos semanas. Al detenerse el flujo de nuevas conchas, la utilidad marginal de las conchas presentes repunta. Ahora que los prestamistas de la isla consideran que sus existencias de conchas en el presente son más valiosas que antes, aumentan sus tipos de interés. Cuando Craig se dirige a Carolyn para un préstamo para financiar su tercera semana de construcción del trabuquete, se asombra al ver que ahora cobra un 35%.

No hay forma de que pueda sufragar un aumento de tipos para el tamaño y duración de los préstamos que necesita para acabar su proyecto. No tiene otra opción que abandonar su preciado proyecto del trabuquete. Es una pérdida enorme, no sólo en tiempo y frustración, sino también en capital, pues muchas de las cuerdas de fibra de frutos nube en su medio trabuquete están cortadas en longitudes inútiles para cualquier otro tipo de proyecto de capital. Esos recursos están completamente perdidos. Debe salvar lo que pueda, por lo que sólo puede construir una pequeña catapulta. Lo esencial del caso de Craig se repite docenas de veces en toda la economía de la isla, que ahora es mucho más pobre gracias a las maquinaciones de Helicóptero Ben.

La manera en que se comporta el ciclo económico alegórico anterior muestra una “fase de crisis” que se dispara por sólo uno de los cinco factores de “impulso a la crisis” explicados por Jesús Huerta de Soto en su brillante tratado Dinero, crédito bancario y ciclos económicos. Como este artículo se ocupa de los fenómenos de las preferencias temporales y los tipos de interés, sólo he hecho un modelo con este factor, que es el afectado más directamente por los tipos de interés. Un estudio de los cinco factores que participan en una “economía de frutos nube” merecería su propio artículo aparte. Aparte de no ser completo en este sentido, lo anterior es, en una forma simplificada e imaginativa, lo que ocurre básicamente cada vez que la Reserva Federal estimula una expansión económica poniendo nuevo dinero en el mercado del préstamo.

En periodos de crecimiento económico sostenible, la mayor productividad o la mayor tasa de ahorro significan un aumento real en la corriente de recursos disponibles para la inversión de capital. Ese aumento hace posible financiar proyectos de capital más ambiciosos. La señal del mercado para este flujo de ahorros reales es una disminución del tipo de interés. Pero, con su arrogante poder, la reserva Federal también puede rebajar los tipos de interés mediante burbujas artificiales de expansión del crédito, aunque sólo puede hacerlo temporalmente o si no esta expansión monetaria llevaría a la hiperinflación y la completa quiebra de la economía monetaria.

Cuando caen los tipos de interés, los empresarios no tienen forma segura de decir si la baja está causada, y hasta qué punto, por (A) aumentos reales en el flujo de bienes invertibles o por (B) lo que se debe a una serie temporal de trasferencias únicas de riqueza en el mercado del préstamo. Con esa ceguera impuesta por la Fed a los verdaderos datos del mercado, los negocios en toda la economía están condenados a realizar malas inversiones.

Toda expansión del crédito debe acabar antes o después. Y nuestro Helicóptero Ben de la vida real, el presidente de la Reserva Federal Ben Bernanke, busca su estrategia de salida mientras hablamos. Tan pronto como la ejecute, todas las malas inversiones que ha motivado se verán expuestas a la amarga luz del día y veremos cuán pobres nos ha hecho este “Hombre del año” de la revista Time.

Mal banquero. Nube no.

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J. Grayson Lilburne es profesor y periodista y vive en san Francisco. Escribe en el blog de Economía de Mises.org y está realizando un cómic educativo explicando los principios de la economía.



[1] Nota del traductor: Aquí y en toda la traducción, empleo la palabra “nubes” para definir lo que los estadounidenses llaman “marshmallows”, que en español tiene diversas traducciones en diversos lugares del mundo (malvavisco, masmelo, esponjita, jabón, sustancia, malva, bombón, carlotina, besito). Como quiera que nubes era el nombre por el que yo los conocía en mi infancia, disculpen que adopte este término para mí entrañable. Además, permite el juego de palabras del título.

Published Mon, Jan 18 2010 2:32 PM by euribe