La inflación como enemigo de la inversión

Por Doug French. (Publicado el 24 de febrero de 2010)

Traducido del inglés. El artículo original se encuentra aquí: http://mises.org/daily/4140.

 

En esta época de inflación, todos es estamos obligados a hacer muchas tareas que otros podrían hacernos mejor. El hecho es que la inflación impide el proceso de civilización que se produce por la división del trabajo. Aunque los precios bajarían lentamente sin las continuas inyecciones monetarias del banco central, a medida que la tecnología hiciera a todas las cosas y a toda la gente más eficiente, no disfrutamos de ese lujo. Por el contrario, cortamos nuestro propio césped, arreglamos las cadenas de nuestras cisternas y gestionamos nuestros propios fondos de pensiones.

Vale, empujar un cortacésped requiere poca habilidad, no es más que una molestia y ofrece los beneficios del aire fresco y la luz del sol. Pero gestionar los propios fondos de pensiones es algo completamente distinto. Un resultado especialmente cruel de la inflación es que en lugar de atesorar sencillamente dinero la gente deba “invertir su dinero en los mercados financieros, si no quieren que su poder adquisitivo desaparezca bajo sus narices”, explica Jörg Guido Hülsmann en The Ethics of Money Production. “así que se convierten en dependientes de los intermediarios y los caprichos de los precios de acciones y bonos”. Por desgracia, la mayoría de nosotros no estamos neuronalmente bien cableados para el trabajo.

Pero no podemos simplemente dejar caer las manos y confiar en que el estado se ocupe de nosotros en nuestros años dorados. Ahorrar dinero no basta. El estado está haciendo continuamente que lo que hayamos ahorrado valga menos. Y salvo que seamos funcionarios, nos queda la tarea de asegurarnos de que tenemos suficiente para una emergencia si somos incapaces de trabajar.

El típico corredor de bolsa pasa de vender zapatos o coches a vender acciones después de aprobar el examen Serie 7. No le importa nuestro futuro financiero, le importa generar comisiones de compras. Por supuesto hay muchos consejos gratuitos por ahí, de Jim Cramer a Suze Orman. Pero probablemente obtendremos lo que hayamos pagado. Encontrar buenas inversiones es un trabajo duro. Comprarlos al precio correcto es incluso más duro. Tener la paciencia de comprar en el momento justo y vender en el momento justo es prácticamente imposible.

La teoría del ciclo económico austriaco puede dar a los inversores ideas sobre cuándo invertir y en qué, pero la escuela austriaca ofrece poco en la forma de analizar compañías concretas y precios de acciones. Lo que son Hayek y Mises respecto del ciclo económico, son Benjamin Graham y David Dodd para la inversión en valores. En su famoso tratado, Security Analysis, Graham y Dodd describen exhaustivamente su método de valoración de acciones, en busca de precios muy bajos.

Aunque el inversor aficionado medio puede ser excelente en su campo de trabajo, esto no significa que sepa en qué invertir o cómo escoger acciones. De hecho ser muy buenos en nuestro campo puede darnos la falsa sensación de que cualquier acción que elijamos o elija para nosotros nuestro corredor debe ser buena, pues, después de todo, la hemos elegido y hemos elegido a nuestro corredor y somos inteligentes. Así que no hay duda de que el precio de esas acciones subirá.

Pero el neófito elector de acciones inteligente y talentoso no está invirtiendo, sino especulando. “Una operación de inversión es aquélla que, después de un análisis riguroso, promete seguridad para el principal y un retorno adecuado”, escribía Ben Graham. “Las operaciones que no cumplan estos requisitos son especulativas”. La gran mayoría de la gente simplemente no tiene el tiempo o la paciencia de analizar rigurosamente una oportunidad de negocio. En The Millionaire Next Door, sus autores, Thomas Stanley y William Danko, apuntan que una persona normal tiende a gastar más tiempo en la compra de un coche que en buscar inversiones con potencial de mejora.

Así que para quienes estén interesados en acumular riqueza y deseando dedicar el tiempo y el trabajo duro hacia ese fin, Joseph Calandro Jr. Ha unido magistralmente la obra de Graham y Dodd con la teoría de ciclo económico austriaco. El resultado es una guía muy legible para invertir en valores, adecuadamente titulada Applied Value Investing: The Practical Application of Benjamin Graham and Warren Buffet's Valuation Principles to Acquisitions, Catastrophe Pricing and Business Execution.

Puede verse por el título que el libro no es para quien busca dar el siguiente paso después de Stock Investing For Dummies [Inversión en bolsa para tontos], pero no es sólo lo que implica el título. Lo bonito del trabajo de Calandro está en que enseña la inversión en valores mediante el estudio de casos. El lector puede seguirle mientras el autor realiza su propia valoración de Sears, GEICO y General Re. Por supuesto estos no son casos teóricos prefabricados, sino negocios de la vida real realizados por los inversores en valores Eddie Lambert y Warren Buffet.

Calandro ofrece en primer lugar al lector los conceptos básicos de la valoración de Graham y Dodd con el fin de ser “aproximadamente correctos en lugar de precisamente erróneos”. El autor lo hace valorando Delta Apparel Inc. como inversión potencial en 2002. Cuando su análisis indicaba que Delta estaba infravalorada, Calandro compró acciones de Delta e inmediatamente se ofreció a revenderlas a un precio más alto y apropiado. Se trata de hacer dinero, no de enamorarse de las acciones y sus historias.

Buena parte del análisis de Graham y Dodd consiste en asignar diferentes valoraciones a las partidas de balance para determinar cuál es el valor real de la compañía más allá de la contabilidad. Esto requiere mucho más arte que ciencia.

Un grupo de críticos de Applied Value han pedido a Calandro que explique las suposiciones que hace en sus casos de estudio. Aunque el autor no ofrece mucha explicación de sus suposiciones, los lectores deberían entender que el talento para invertir viene de la experiencia y la formación. Leer un libro no nos dará todas las espuestas, pero Calandro nos da un plan de ruta. Los inversores aún deben realizar sus propios juicios. Estos críticos puede que no hayan llegado hasta la conclusión del libro, donde el autor nos recuerda que la inversión aplicada en valores trata de “identificar lo que sabemos y lo que no sabemos y luego dar pasos para cuantificar lo que sabemos en una forma conservadora aunque rigurosa, de forma que se pueda formular una valoración disciplinada”.

En el capítulo 5, el autor nos dirige a un artículo que escribió en el Quarterly Journal of Austrian Economics para dar al lector/inversor ideas sobre los mejores momentos para comprar y vender desde una perspectiva macroeconómica. Divide el ciclo económico en ocho etapas “sintetizando el modelo de auge-caída de [George] Soros, la teoría austriaca del ciclo económico y las características de comportamiento”.

En un interesante apéndice al capítulo, Calandro escribe sobre la crítica de Warren Buffet a la hipótesis de los mercados eficientes (EMH), que es la Escuela de la Expectativas racionales del mundo de la inversión. La EMH postula que los precios de los activos que operan en el mercado ya reflejan toda la información disponible. El Oráculo de Omaha rechaza donar dinero a su alma mater, Columbia, por la investigación de la escuela en el área de la EMH.

Después de aplicar la valoración de Graham y Dodd para realizar una valoración catastrófica, el autor aplica sus herramientas a las estrategias de negocios de empresas. Después vuelve atrás y explica los aspectos importantes de cada nivel de análisis de inversión de valores, destacando que la clave para el éxito a largo plazo es “investigar, comprobar, recomprobar y verificar las suposiciones”.

Para acabar, el autor dice al lector que ignore a los economistas que trabajen en periódicos, televisiones, partidos políticos, el gobierno o las instituciones financieras. Calandro cita al célebre director del Fidelity Fund, Peter Lynch, que dijo “Si gastas 13 minutos al año en economía, has malgastado 10 minutos”. Sin embargo Clandro recomienda, además de muchos otros libros, America's Great Depression, de Murray Rothbard, Tiempo y dinero, de Roger Garrison, La Teoría del dinero y el crédito, de Ludwig von Mises y otros títulos austriacos. Con el debido respeto a Peter Lynch, Mises (un verdadero economista) escribió que la economía “concierne a todos afecta a todo. Es el principal y más adecuado estudio para cada ciudadano”.

Y aunque la práctica de la inversión en valores en la forma de Graham y Dodd sea más prudente que poner dinero en esa recomendación de valores escuchada en el bar la pasada noche, recordemos siempre lo que escribió Mises en La acción humana: “No existe una inversión no especulativa. (…) En una economía cambiante la acción siempre implica especulación. Las inversiones pueden ser buenas o malas, pero siempre son especulativas”.

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Douglas French es presidente del Mises Institute y autor de Early Speculative Bubbles & Increases in the Money Supply. Es doctor en economía de la Universidad de Nevada- Las Vegas, dirigido por Murray Rothbard, con el Profesor Hans-Hermann Hoppe en su comité de tesis.

Published Wed, Feb 24 2010 6:42 PM by euribe