Por Robert P. Murphy. (Publicado el 17 de febrero de 2011)
Traducido del inglés. El artículo original se encuentra aquí: http://mises.org/daily/5049.
Los halcones inflacionistas estaban decepcionados por la muy temprana retirada de Kevin Warsh del Consejo de Gobernadores de la reserva Federal. Por el contrario, quienes piensan que Ben Bernanke necesita más palomas en el consejo para imponer su medicina inflacionista celebraron la inesperada salida de Warsh.
En este contexto, Charles Plosser (presidente del banco de la Reserva Federal de Filadelfia) adopta un papel aún más importante. Este año el jefe de Filadelfia es miembro con voto en el Comité Federal de Mercados Abiertos y ha estado diciendo cosas que suenan sorprendentemente austriacas en relación con los límites de la política monetaria.
¿Trabajadores ociosos o malas inversiones?
El artículo favorable del Wall Street Journal marca el tono y demuestra por qué los comentaristas de la Fed o aman a Plosser o le odian:
Antiguo decano de la Escuela de Negocios William E. Simon en la Universidad de Rochester, Plosser es muy conocido con halcón inflacionista. Y este año tiene voto en el Comité Federal de Mercados Abiertos (FMOC, por sus siglas en inglés), que establece la política monetaria. Es ahora un hombre a seguir.
Una de las cuestiones más desconcertantes para la Fed estos días se refiere a la continuación de la “QE2”, su segunda ronda de flexibilización cuantitativa, que echará 600.000 millones de dólares en dinero nuevo en nuestro sistema bancario a lo largo de la primera mitad de este año.
Plosser no ve ahora mismo un riesgo de deflación en la economía de EEUU. Incluso los que estaban preocupados por la deflación hace seis meses, dice, han empezado a cambiar el tono. Eso significa que, con un crecimiento moderado del PIB y una baja inflación mezclados, lo único que queda como excusa para la QE2 es el alto desempleo. ¿Puede cambiar el panorama una política monetaria laxa?
La respuesta de Plosser es inequívoca: Este lío se causó por el exceso de inversión en vivienda y rebajar el desempleo será un proceso gradual. “No puedes transformar a un carpintero en una enfermera fácilmente y no puedes transformar a un vendedor de hipotecas en un experto informático en una fábrica muy fácilmente: Todo eso acabará ordenándose por sí mismo. La gente será reeducada y encontrará trabajos en otros sectores. Pero la política monetaria no puede reeducar a la gente. La política monetaria no puede arreglar esos problemas”.
Lo sepa o no, aquí Plosser está adoptando un diagnóstico muy austriaco de la burbuja inmobiliaria y las correspondientes recetas para una economía en un recuperación tras una burbuja.
También podemos ver por qué Plosser hace que los keynesianos se suban por las paredes. Plosser está argumentando que no se trata de la “demanda agregada” y que por tanto echar más dinero en la economía no rebajará el desempleo.
En su lugar, Plosser argumenta que el economía sufre problemas subyacentes “reales”. Se canalizaron demasiados trabajadores (y otros recursos) al sector inmobiliario y Wall Street durante los años de auge y tomará tiempo ordenar las cosas y ubicarlos en nichos más sostenibles. (Es la historia del recálculo que cuenta Arnold King como explico aquí).
Yo debería aclarar que los austriacos no creen que sea “natural” el actual nivel y duración del desempleo. No, millones de personas están sin trabajo ahora mismo a causa de las horribles políticas del gobierno (y la Fed). Pero de lo que se trata es de que el estallido de la burbuja inmobiliaria obligaba a una reasignación masiva de trabajadores entre industrias y la economía no estaría en una verdadera recuperación hasta que Bernanke y los políticos dejaran que estos ajustas se produjeran por sí mismos.
La teoría austriaca del ciclo económico: Real y monetaria
Como expliqué en mi respuesta a Paul Krugman, los economistas de la corriente general tienen a menudo dificultades al clasificar la teoría austriaca del ciclo económico. Por un lado (como sugiere su afinidad con las opiniones de Arnold Kling y Charles Plosser), la explicación misesiana parece como una teoría “real” referida a recursos físicos y trabajadores.
Por otro lado, los austriacos argumentan que la causa inicial del auge es una política monetaria laxa y que la aparición del declive normalmente se produce una vez que el banco central ralentiza su inyección de nuevo dinero y deja que aumenten los tipos de interés.
No hay aquí contradicción. Como explicaba Fritz Machlup, Mises y Hayek argumentaron que “los factores monetarios causan el ciclo, pero los fenómenos reales lo constituyen”.
La descripción de Machlup es concisa, así que empleemos un momento en desarrollarla. En una teoría puramente “real” del ciclo económico (que se desarrolló en lugares como la Universidad de Rochester, donde Plosser fue decano de la escuela de negocios), la economía funciona bien, cuando de repente, BANG, hay una sacudida en la tecnología o en el suministro de recursos o en la productividad laboral. Los agentes en el modelo se ajustan racionalmente a la nueva situación y con la nueva situación muchos de ellos optan ahora por tener más ocio. Los críticos rechazan esta teoría como una tontería y se burlan de los teóricos del ciclo de negocio real (RBC, por sus siglas en inglés) calificando a la década de 1930 como “la Gran Vacación”.
Por fortuna, el relato austriaco no incluye esos elementos improbables. En su lugar, los austriacos dicen que la economía funciona bien, cuando de repente, BANG, el banco central (o más en general, el sistema bancario en un régimen de reserva fraccionaria) expande el crédito de la nada y empuja a la baja el tipo de interés por debajo del nivel correspondiente a los ahorros reales en la economía. A causa de las perturbaciones monetarias y la “falsa” señal enviada por el tipo de interés artificialmente bajo, los empresarios empiezan proyectos a largo plazo que no pueden completarse.
Una vez que las causas monetarias ponen en marcha la bola, hay distorsiones reales en como se distribuyen los recursos físicos (incluyendo el trabajo). Hay errores genuinos (malas inversiones, en terminología de Mises) que se realizan durante el periodo de auge.
Finalmente, como los austriacos tienen un rico modelo de capital, pueden explicar por qué resulta necesario un doloroso declive, o recesión. En otras palabras, después de que el banco central desiste y permite que los tipos de interés suban a su nivel correcto, los empresarios y trabajadores no pueden simplemente golpearse en la frente y decir “Vaya, intentémoslo de nuevo”. La economía no puede sencillamente dar marcha atrás en vísperas del auge, porque se han realizado decisiones irrevocables de inversión.
Esto muestra realmente la deficiencia del enfoque sobre la reeducación del trabajador exhibida por Plosser en la cita anterior o por el economista de la Escuela de Chicago John Cochrane, que argumentaba a finales de 2008: “Deberíamos tener una recesión. La gente que está dedicándose a clavar clavos en Nevada necesita hacer alguna otra cosa”.
Al centrarse principalmente en el desajuste habilidades/ocupación, Plosser y Cochrane olvidan la importante papel del consumo de capital durante el periodo de auge, que destacaba Mises. Si en una recesión se tratara solamente de reeducar trabajadores, entonces la crítica de Krugman de la teoría austriaca tendría más sentido: después de todo, supuestamente tomó algún tiempo formar a los nuevos trabajadores de la construcción (y banqueros de inversiones) cuando entraron en sus puestos durante el auge inmobiliario, así que ¿por qué tenemos que cargar una terrible recesión cuando necesitan abandonar esos sectores?
Pero como demostraba mi sencillo cuento del sushi, podemos entender fácilmente un gran aumento en el desempleo cuando nos damos cuenta de que la estructura de capital subyacente (herramientas, equipo y bienes en proceso) de toda la economía también participa en el juego.
Por hacer una cita ingeniosa que complemente la de Cochrane, yo diría esto: Después de que estallara la burbuja inmobiliaria, el problema no fue solo que algunos trabajadores de la construcción deberían haber sido camareros, el problema es que algunas excavadoras deberían haber sido hornos.
Conclusión
Aunque es reconfortante ver voces aisladas en la Fed argumentando a favor de una política monetaria más rígida, realistamente parece que a Ben Bernanke y las otras palomas pronto se unirán colegas inflacionistas. Mientras la economía continúa languideciendo, la Fed muy probablemente se dedique a más rondas de “flexibilización cuantitativa”
Robert Murphy es investigador adjunto del Instituto Mises, donde enseñará Anatomía de la Fed en la Mises Academy este invierno. Gestiona el blog Free Advice y es autor de The Politically Incorrect Guide to Capitalism, Study Guide to Man, Economy, and State with Power and Market, Human Action Study Guide, The Politically Incorrect Guide to the Great Depression and the New Deal y su nuevo libro Lessons for the Young Economist.