David Frum, sobre el patrón oro

Por Robert P. Murphy. (Publicado el 31 de diciembre de 2007)

Traducido del inglés. El artículo original se encuentra aquí: http://mises.org/daily/2824.

 

David Frum está en pie de guerra. En un post del blog de la National Review Online, luego en un comentario en la NPR y más recientemente en un artículo en el National Post, Frum ha ridiculizado sin misericordia el patrón oro. Pero al igual que la mayoría de las críticas modernas de la “malos viejos tiempos” del laissez faire del siglo XIX, el análisis de Frum está lleno de problemas teóricos e históricos.

La principal objeción de Frum es que el patrón oro es supuestamente rígido, impidiendo que la economía se ajuste suavemente ante distintas sacudidas:

Desde que abandonó permanentemente la convertibilidad en oro en 1933, la economía de EEUU ha experimentado mucha menos volatilidad económica. Las recesiones son menos y menos profundas (aunque a veces más largas).

Por supuesto, no es la única forma de equilibrar las cuentas. Hay otra, la forma que experimentaron los estadounidenses en 1837, 1857, 1893 y 1930-33. En esos años, el valor del dólar estaba fijado al oro. (Un dólar = 1/20 de onza). Si ocurriera algo malo en la economía mundial o de EEUU, el dólar no podría ajustarse. Una recesión sería como un accidente de coche sin parachoques o zonas de abollamiento: todo el dolor se traslada sin amortiguación a la gente del habitáculo. Los valores de los activos domésticos colapsarían. El desempleo saltaría de la noche a la mañana al 15% o el 20%. Se perderían viviendas, los negocios desaparecerían.

Hay un montón de cosas en esta cita, haciendo difícil elegir por dónde empezar. Empecemos por las afirmaciones sobre desempleo. Primero, Frum hace como si un desempleo del 15% o el 20% fuera algo típico bajo el patrón oro. Pero no, la depresión de 1893 tuvo un desempleo de poco más del 10% y esta caída se sitúa por lo general como la peor de la historia de EEUU excepto la enorme de la década de 1930.

Ocupémonos por un momento de la Depresión popular. Sí, Estados Unidos estaba todavía en el patrón oro en su inicio y FDR sacó a Estados Unidos del patrón en 1933. Así que según la interpretación de Frum, esperaríamos que la tasa de desempleo alcanzara sus niveles más altos en el primer año (después de todo dijo “de la noche a la mañana”) y como mínimo, empezaría a caer rápidamente después de 1933, una vez que FDR instaló su parachoques.

El único problema es que la historia no se parece en nada a esta explicación. En 1930 la tasa de desempleo era del 8,7%; en 1931 aumentó al 15,0%; en 1932 ascendió al 23,6% y en el año mágico de 1933 llegó al máximo con un 24,9%. Bueno, eso difícilmente puede considerarse como “de la noche a la mañana”. Pero bueno, ¿qué pasa con la tasa de desempleo después de que gracias a Dios FDR nos libró de la bárbara reliquia? Para 1934, había caído a un “mero” 21,7%, en 1935 había caído a un modesto 20,1%, en 1936 había bajado al 16,9%, en 1937 había bajado al 14,3% y luego (¡vaya!) salto en 1938 a un 19,0%. Esta historia no es en absoluto coherente con la explicación de Frum y asimismo debería poner fin al mito de que el New Deal “nos sacó de la Depresión”.

En realidad no puede echarse la culpa de la Gran depresión a ninguna única causa. Como partidario de la teoría misesiana del ciclo de auge y declive, tiendo a creer que la Reserva Federal (que fue creada precisamente para suavizar nuestro crecimiento macroeconómico como quería Frum) creó un auge artificial en la década de 1920 emitiendo crédito bancario sin respaldo. Luego las inimaginablente horribles políticas de Hoover y luego de FDR en respuesta a la inevitable contracción y reajuste solo prolongaron la miseria. (Simplemente miren esta cronología para ver lo que hicieron estos dos payasos con los tipos fiscales durante la mayor calamidad económica de la historia de EEUU y así entenderán exactamente por qué vemos esos años como la mayor calamidad económica de la historia de EEUU).

Oro y estabilidad

Volvamos al punto esencial de Frum, es decir a que el patrón oro hace inflexible y volátil la economía. De acuerdo con Frum, las recesiones han sido “menos y menos profundas” desde que se abandonó la ligazón al oro.

Hay varias respuestas a esta (típica) objeción al oro. Primero, ignora completamente las causas de las “sacudidas” de la economía. Las recesiones no son una característica propia de los mercados del laissez faire, sino, por el contrario, se alimentan mediante la intervención pública en el sector bancario. Incluso durante el siglo XIX, los gobiernos estatales y federal dispensaban regularmente a los bancos estadounidenses de sus obligaciones contractuales: las “vacaciones bancarias” y otros privilegios permitidos a los bancos salir impunes de emitir más crédito del que se habría emitido si se hubieran aplicado los derechos de propiedad, Si el gobierno hubiera evitado ponerles las manos encima y dejado que los temidos bancos realmente siguieran su destino cada vez que ocurriera, habría hecho que los banqueros fueran mucho más honrados a largo plazo. Los rescates patrocinados por el gobierno solo llevan a prestar más imprudentemente.

Sin embargo esto es algo sutil y podría perdonarse a Frum por tener una opinión diferente sobre la causa de las crisis empresariales. Así que miremos a los datos desnudos. Ver las cifras del PIB antes de la década de 1930 es problemático, ya que nadie las registró en ese momento para este fin. Aún así, confiando en métodos indirectos, los historiadores económicos pueden construir una primera aproximación decente. Jugando con estas cifras, calculo que de 1875 a 1895 el PIB real creció a un ritmo anualizado de alrededor del 4,5%. Por el contrario, de 1975 a 1995, el PIB real creció alrededor de un 3,2% al año.

Luego es cierto, la volatilidad de las tasas de crecimiento fue más alta durante el primer periodo: la desviación estándar fue de 0,05 comparada con el 0,02. Así que en este momento podríamos concluir que el patrón oro generaba un crecimiento más rápido pero más abrupto. Por otro lado, se me ocurre que esto podría ser marcar las cartas: después de todo ha habido todo tipo de innovaciones (especialmente en los mercados financieros) desde 1895 para suavizar las subidas y bajadas económicas. Evidentemente no queremos decir algo similar a “La era del patrón oro fue mala porque no tenía ordenadores”.

Para tratar de aislar realmente los efectos de la ligazón del oro al dólar, miré en el periodo 1955-1965 y lo comparé con el de 1975-1985. (Aunque FDR quitó a los ciudadanos el patrón oro en 1933, Estados Unidos seguían un patrón cambio oro –básicamente tenía que entregar oro por dólares de EEUU a los bancos centrales bajo demanda– hasta que cerró la ventanilla del oro en 1971). Ante esta inspección, no hay duda. El PIB real creció a un ritmo anualizado de alrededor del 4,5% en el primer periodo comparado con solo el 3,4% del segundo. Y esta vez el patrón (cambio) oro no solo fue más alto sino incluso menos volátil: la desviación estándar en el crecimiento fue del 0,027 comparada con el 0,028.

Por supuesto, mis rápidos cálculos no son un argumento exhaustivo. Si el lector quiere algo más académico, aquí hay un papel de trabajo del NBER que concluye que el patrón oro clásico si absorbía realmente las sacudidas en el comercio. Estos autores también concluyen que tras la Primera Guerra Mundial el patrón oro no resultó muy bien a este respecto, pero no resulta sorprendente: de lo que se trata es de que el patrón oro limita la impresión, pero esta limitación se convirtió en mucho menos creíble después de que los principales gobiernos abandonaran la convertibilidad durante la Primera Guerra Mundial.[1]

Afrontando la realidad económica bajo un patrón oro

Es difícil responder a Frum, ya que nunca explica realmente qué quiere decir con un “absorbente de sacudidas”, que tiene nuestra economía supuestamente. Sí, en un sentido, si damos a los políticos una imprenta sin ataduras, pueden impedir que ciertos grupos experimentes agudos remordimientos de dislocación cuando se hace evidente que la economía está desequilibrada.

Por ejemplo, en un mercado puramente libre si todos decidieran dejar de fumar mañana, los cultivadores de tabaco tendrían un problema. Verían como sus ventas desaparecen y tendrían que cambiar de cultivos o posiblemente incluso vender sus granjas y dedicarse a otra cosa. Sería doloroso, pero un ajuste necesario si creemos que el propósito de la una economía es movilizar recursos escasos para satisfacer mejor los deseos de los consumidores.

Por el contrario, si pensamos que la función de un sistema económico es ofrecer trabajos y rentas (medidos en pedazos de papel de color verde), entonces el gobierno podría simplemente imprimir fajos de efectivo para reemplazar el flujo de ingresos perdido por los cultivadores de tabaco.[2] Pueden continuar cultivándolo, a pesar de que ya no lo quiera nadie. Por supuesto, bajo este plan los precios en general seguirían subiendo: de hecho toda la comunidad absorbería la pérdida de los malos cálculos de los granjeros acerca de la demanda futura de sus productos.

Aunque naturalmente Frum no lo dice explícitamente, el único “colchón” que puede ofrecer el dinero fiduciario sin respaldo es que permite a los políticos literalmente empapelar las crisis, trastabillando de una a la siguiente. En lugar de tener una fuerte crecimiento puntuado con ajustes agudos (pero rápidos) a la nueva información, tenemos un crecimiento monótono y lento.

En su extremo, el abierto socialismo puede eliminar completamente los dolorosos reajustes. Después de todo, nadie tiene que preocuparse por mantenerse en los negocios o mantener un trabajo si el estado diseña grandes planes para la economía. Y para que el lector no piense que voy demasiado lejos, vean la reveladora cita de Frum: “Lo que es realmente el oro es, fundamentalmente, una regla de que las existencias monetarias de la nación deberían determinarlas, no los banqueros centrales, sino los mineros. El porqué alguien debería considerar eso por una mejora, no puedo entenderlo.”

Por la misma razón, ¿por qué deberíamos permitir que las existencias de tabaco las determinen los agricultores? ¿Sería eso una mejora respecto de los planificadores centralizados en la agricultura, Mr. Frum?

La virtud suprema del oro

Los defensores del oro deben estar inquietos conmigo por no mencionar su virtud suprema: maniata a los políticos y mantiene el poder adquisitivo del dólar. Por parafrasear a Frum,  el porqué dar a los políticos acceso a una imprenta debería considerarse por alguien una mejora, no puedo entenderlo.

Para acabar, simplemente reproduciré un gráfico mostrando el aumento en los precios en dólares en décadas recientes. Es asimismo un buen dispositivo recordatorio: si alguna vez olvidan cuándo acabó Estados Unidos eliminando la ligazón del dólar al oro, esta imagen debería refrescarles la memoria:

CPIAUCNS

 

 

Robert Murphy es investigador adjunto del Instituto Mises, donde enseñará Anatomía de la Fed en la Mises Academy este invierno. Gestiona el blog Free Advice y es autor de The Politically Incorrect Guide to Capitalism, Study Guide to Man, Economy, and State with Power and Market, Human Action Study Guide, The Politically Incorrect Guide to the Great Depression and the New Deal y su nuevo libro Lessons for the Young Economist.



[1] Para ser justos con Frum, uno de sus argumentos en el post de la NRO es que el patrón oro ya no es viable precisamente por la irrecuperable credibilidad del gobierno. Si ése fuera su único argumento, no habría escrito este artículo.

[2] Por favor no me manden correos para decirme que el gobierno actualmente apoya a los agricultores. Lo sé. Es difícil dar argumentos resbaladizos sobre socialismo cuando el gobierno es tan socialista.

Published Sun, Mar 20 2011 5:24 PM by euribe