Por Ludwig
von Mises (Publicado el 26 de septiembre de 2011)
Traducido
del inglés. El artículo original se encuentra aquí: http://mises.org/daily/5610.
[Burocracia (1944)]
El burócrata no es solo un empleado
público. Bajo una constitución democrática, es al mismo tiempo un votante y
como tal parte del soberano, su jefe. Está en una situación peculiar: es a la
vez jefe y empleado. Y su interés pecuniario como empleado se impone sobre su
interés como jefe, ya que obtiene de los fondos públicos mucho más de lo que
contribuye.
Esta doble relación se convierte en
más importante al aumentar la gente en nómina del gobierno. El burócrata como
votante está más ansioso por obtener un aumento que por mantener el presupuesto
equilibrado. Su principal preocupación aumentar su nómina.
La estructura política de Alemania
y Francia, en los últimos años anteriores a la caída de sus constituciones
democráticas, estuvo en muy gran medida influida por el hecho de que para una
parte considerable del electorado el estado era la fuente de rentas. No solo
estaba la enorme cantidad de empleados públicos y los empleados en las ramas
nacionalizadas de los negocios (por ejemplo, ferrocarriles, correos, telégrafos
y teléfonos), estaban los receptores de prestaciones de desempleo y seguridad
social, así como los agricultores y algunos otros grupos a los que el gobierno
subvencionaba directa o indirectamente.
Su principal preocupación era
obtener más de los fondos públicos. No les preocupaban los asuntos “ideales”
como libertad, justicia, la supremacía de la ley y el buen gobierno. Pedían más
dinero, eso era todo.
Ningún candidato al parlamento, las
dietas provinciales o los ayuntamientos podía arriesgarse a oponerse al deseo
de aumentos de los empleados públicos. Los distintos partidos políticos
trataban de imponerse a los otros en generosidad.
En el siglo XIX los parlamentos
estaban decididos a restringir lo más posible el gasto público. Pero ahora el
ahorro resulta algo despreciable. El gasto sin límite se considera una política
inteligente. Tanto el partido en el poder como la oposición luchan por la
popularidad a través de la largueza. Crear nuevos cargos con nuevos
funcionarios se califica como una política “positiva” y todo intento de impedir
el despilfarro de fondos públicos de desprecia como “negativismo”.
La democracia representativa no
puede subsistir si una gran parte de los votantes están en la nómina del
gobierno. Si los miembros del parlamento ya no se consideran mandatarios de los
contribuyentes, sino diputados de los que reciben salarios, subvenciones y
otras prestaciones del tesoro, la democracia está condenada.
Esta es una de las antinomias
propias de los asuntos constitucionales actuales. Ha hecho a mucha gente
desesperar sobre el futuro de la democracia. Como se han convencido de que la
tendencia hacia mayores interferencias del gobierno en los negocios, hacía más
cargos con más funcionarios, hacia más prestaciones y subvenciones, es
inevitable, no podrían sino perder la confianza en el gobierno por el pueblo.
Ludwig von Mises es reconocido como
el líder de la Escuela Austriaca de pensamiento económico, prodigioso autor de
teorías económicas y un escritor prolífico. Los escritos y lecciones de Mises
abarcan teoría económica, historia, epistemología, gobierno y filosofía
política. Sus contribuciones a la teoría económica incluyen importantes
aclaraciones a la teoría cuantitativa del dinero, la teoría del ciclo
económico, la integración de la teoría monetaria con la teoría económica
general y la demostración de que el socialismo debe fracasar porque no puede
resolver el problema del cálculo económico. Mises fue el primer estudioso en
reconocer que la economía es parte de una ciencia superior sobre la acción
humana, ciencia a la que llamó “praxeología”.
Este
artículo está extraído de Burocracia,
capítulo 5, sección 3
(1944).