Por James E. Miller. (Publicado el 12 de octubre de
2011)
Traducido del inglés. El artículo
original se encuentra aquí: http://mises.org/daily/5695.
El 21 de septiembre de 2011, el
presidente ejecutivo de Google, Eric Schmidt, recibió
una granizada de críticas de senadores y presidentes rivales al alimón en
una audiencia en el Subcomité de Antitrust, Políticas Competitivas y Derechos
del Consumidor del Comité Judicial del Senado. Según el presidente de Nextag (¿quién?)
Jeffrey Katz, “Google manipula los resultados” ed las búsquedas para dar un
trato preferencial a sus propias empresas. El presidente de Yelp (¿quién?, de nuevo)
Jeremy Stoppelman afirmaba: “Google ya no está en el negocio de enviar a la
gente a los mejores destinos de la red. Se preocupa solo por generar más
ingresos”. El Sendaor Mike Lee de Utah acusaba a la máquina de búsquedas de
tener un “claro y evidente conflicto de intereses”.
Se vienen a la mente inmediatamente
dos preguntas. Primera, ¿a quién le preocupan las prácticas de negocio de
Google? Si estás en desacuerdo con cómo maneja su increíblemente popular motor
de búsqueda, no lo apoyes. No hay necesidad de que burócratas paternalistas
intervengan en un asunto tan sencillo. Si mi pizzería me bombardeara con
anuncios de otras tiendas locales cada vez que cruzara su puerta, me lo
pensaría dos veces antes de ir a allí a comer la próxima vez.
Segunda, ¿realmente es tan
inesperado el comportamiento de Google? Después de todo, es un negocio en busca
de beneficios. Sería mejor preguntarse por qué da Google un trato preferente a
sus otras aventuras empresariales respecto de su propia máquina de búsqueda. No
hace falta ser licenciado en mercadotecnia para darse cuenta de lo beneficioso
que es para Google utilizar su propia empresa con tanto tráfico para
promocionarse.
En Power and
Market, el libro complementario a su ambicioso tratado económico Man,
Economy, and State, Murray Rothbard cita un pasaje relevante
de Isabel Paterson sobre la primera mentalidad antitrust que circulaba
alrededor del gigante energético Standard Oil:
Standard Oil no restringía el
mercado: fue a los confines del mundo para hacer un mercado. ¿Puede decirse que
las corporaciones hayan “restringido el comercio” cuando el comercio que
atienden no existía hasta que produjeron y vendieron esos bienes? ¿Restringían
el comercio los fabricantes de automóviles durante el periodo en que fabricaron
y vendieron cincuenta millones de vehículos donde no había habido antes coches?
(…) Sin duda (…) no podría haberse imaginado nada más absurdo que fijarse en
las empresas estadounidenses, que han creado y potenciado, en una magnitud
siempre creciente, un volumen y variedad de comercio tan vasto que hace de toda
la producción e intercambio previos algo parecido a un puesto de carretera y
llamar a este rendimiento una “restricción al comercio”, estigmatizándolo así
como si fuera un delito.
Google no fue la
primera máquina de búsquedas en Internet, pero ha hecho progresar al sector
mucho más allá de sus humildes inicios. A través del desarrollo de un algoritmo
único llamado “PageRank”,
Google se ha convertido en la principal máquina de
búsquedas en Internet del mundo. Su éxito y sus casi 30.000 empleados deben
celebrarse, no demonizarse y tratarse como diana por políticos fácilmente
manipulados.
Aún así, la investigación del
Congreso no muestra nada nuevo. La aplicación de la ley “antitrust” por parte
del gobierno de EEUU ha recaído constantemente en aquellas
empresas que consiguen rebajar precios innovar en sus productos y expandir su
base de clientes. Lo que busca todo empresario racional es esencialmente lo que
el gobierno trata de dificultar.
Hay quien echa la culpa a la necesidad
parasitaria de control del estado, yo se la echo al deseo de los políticos de
vivir acosando a aquéllos cuyo éxito eclipsa su propio logro de engañar a más
votantes que sus oponentes en las elecciones. No es mejor que el matón del
colegio, cuyo reinado se produce por amenaza de violencia, llevándose por la
fuerza los nuevos dispositivos electrónicos de moda de otro compañero de clase.
Y fijémonos en quiénes se están
quejando. Como pasa con casi todos los casos de antitrust en la historia
estadounidense, la presión para quebrar al participante dominante en el sector
la imponen sus competidores de menor éxito. No se trata de los consumidores. No
se trata de alguna fórmula matemática referida a una porción ideal del mercado
para alcanzar un mercado perfectamente competitivo. Se trata de empresas que
renuncian a competir en el mercado y esperan que el gobierno se ocupe de esto.
Los beneficiarios potenciales no son los consumidores, sino los competidores
ineficientes y los reguladores públicos.
Aunque los libertarios puedan tener
reservas acerca del uso
de las patentes de Google para alcanzar superioridad en el mercado (lo que
está claro que no es un fallo de un libre mercado desinhibido), Google sigue
siendo el más grande porque continuando satisfaciendo a los consumidores. Como
Kodak, Xerox e IBM antes, Google fue un creador de mercado,
pero no está garantizado su éxito duradero. Aparecerán competidores, que a su
vez incentivarán más innovaciones. Como apuntaba
recientemente Jeffrey Tucker, Google está entrando ahora en el sector de las
redes sociales después de fracasar con su intento de “Buzz”. Incluso el
todopoderoso de los negocios falla en meter un gol en cada partido.
Mientras la mayor máquina de
búsquedas del mundo continúe innovando, los consumidores continuarán
beneficiándose de lo que sea la próxima y mejor idea que llegue de Mountain
View, California. En lugar de dedicar sus recursos a hacer que el gobierno
ralentice el crecimiento de Google, competidores como Yelp y Nextag haría mejor
en utilizar su fuerza laboral para ser más listos e innovar más. Al contrario
que nuestros cuidadores en Washington, son capaces de tener éxito.
James E. Miller es licenciado en administración pública con
especialización en negocios en la Universidad de Shippensburg, Pannsylvania. Fue
columnista del Shippensburg Slate y contribuye actualmente en el periódico
de su pueblo natal, el Middletown Press
and Journal. Vea su blog.