Por Philipp Bagus. (Publicado el 11 de noviembre de 2011)
Traducido del inglés. El artículo
original se encuentra aquí: http://mises.org/daily/5800.
* Traducción de Matt Martinez.
El jueves 28 de octubre de 2011 los
precios de las acciones europeas se dispararon. Grandes bancos como Societe
Générale (+22.54%), BNP Paribas (+19.92%), Commerzbank (+16.49%) o Deutsche
Bank (+15.35%) experimentaron subidas fantásticas en un solo día. ¿Qué pasó?
Los bancos de hoy no son
instituciones de libre mercado. Viven en simbiosis con los gobiernos a los que financian.
La supervivencia de los bancos depende de privilegios e intervenciones
públicas. Dicha intervención explica las inusuales ganancias en Bolsa. El
miércoles noche, una cumbre de la UE había limitado al 50%las pérdidas que
tendrán los bancos europeos por financiar al irresponsable gobierno griego. Además,
la cumbre evidenció que la élite política europea está decidida a mantener la
situación y continuar con el rescate del gobierno griego y otros estados
periféricos. Todos los que reciben dinero del gobierno griego se benefician del
rescate: empleados del sector público, pensionistas, desempleados, sectores
subsidiados, bancos griegos – pero también los bancos alemanes y franceses.
Los políticos europeos quieren que
el euro sobreviva. Para que así sea, piensan que tienen que rescatar gobiernos
irresponsables con dinero público. Los bancos son los principales acreedores de
dichos gobiernos. Por lo tanto, las cotizaciones de los bancos se dispararon.
El caos del gasto es un círculo.
Los bancos han financiado gobiernos irresponsables como el griego. Ahora el
gobierno griego impaga parcialmente. Como consecuencia, los gobiernos europeos
rescatan a los bancos directamente o por medio de préstamos al gobierno griego.
Los bancos pueden así continuar financiando a los gobiernos (prestando a los
griegos y otros). Pero ¿quién está pagando al final por este caos ? Ese es el
propósito de nuestra historia. Empecemos con el origen que coincide con los
beneficiarios de la última cumbre: el sistema bancario.
El origen de la calamidad: la expansión del crédito
Cuando el sistema bancario de
reserva fraccionaria expande el crédito, se producen malas inversiones. Los
emprendedores, inducidos por los artificialmente bajos tipos de interés,
acometen nuevos proyectos de inversión que solo parecen rentables precisamente
por esos bajos tipos de interés. Muchos de esos proyectos no son financiados
por ahorros reales sino por dinero creado de la nada por el sistema bancario.
Las nuevas inversiones absorben importantes recursos de otros sectores que no
están tan afectados por la entrada de este dinero nuevo. Se produce una distorsión real de la
estructura productiva de la economía. En el último ciclo, las malas inversiones
en los efervescentes mercados inmobiliarios contrastaban con importantes
cuellos de botella en sectores tales como el de materias primas.
Las distorsiones reales causan una crisis financiera
En 2008, la crisis de la economía
real causó una crisis bancaria o financiera. Tipos de interés artificialmente
bajos habían facilitado la excesiva acumulación de deuda para financiar
actividades burbuja. Cuando las malas inversiones se hicieron aparentes, el
valor de mercado de estas inversiones cayó estrepitosamente. Parte de estos
activos (malas inversiones) era propiedad de los bancos o estaban financiados
por ellos.
Al liquidarse estas malas
inversiones, las empresas quebraron y la gente perdió sus empleos burbuja. Los
individuos empezaron a no pagar sus hipotecas y otros créditos. Compañías
quebradas dejaron de pagar sus créditos a los bancos. Los precios de los
activos como las acciones cayeron. Como consecuencia, el valor del activo
bancario se evaporó, reduciendo su capital. La liquidez bancaria también se vio
afectada negativamente cuando los prestatarios dejaron de pagar sus préstamos.
Como consecuencia de una reducida
liquidez bancaria, un problema originado en la economía real, las instituciones
financieras casi dejaron de prestarse entre ellas en el otoño de 2008. La
liquidez interbancaria se secó. Añadir a esto el hecho de que en un sistema de
reserva fraccional los bancos son inherentemente ilíquidos, y no sorprende que
el colapso financiero solo pudo ser evitado por masivas intervenciones de los
bancos centrales y los gobiernos de todo el mundo. La crisis de la economía
real había creado una crisis financiera.
Las condiciones para la recuperación económica
La recuperación económica requiere
que la estructura de producción se adapte a los deseos del consumidor. Las
malas inversiones deben ser liquidadas para liberar recursos y que sean usados
en nuevos proyectos urgentemente demandados. Este proceso requiere varios
ajustes.
Primero, los precios relativos
deben ajustarse. Por ejemplo, los precios de las casas tenían que caer, lo que
hizo que otros proyectos fueran relativamente más rentables. Si los precios del
ladrillo no caen, se seguirán construyendo casas, incrementando la distorsión
ya existente.
Segundo, debe haber ahorros disponibles
para financiar inversiones en los sectores que antes se olvidaron, como el de
materias primas. Ahorros adicionales aceleran el proceso ya que los nuevos
procesos necesitan ahorros.
Por último, los mercados de
factores productivos deben ser suficientemente flexibles para permitir que los
factores de producción se desplacen de los sectores burbuja a los proyectos que
se demandan más urgentemente. Los trabajadores deben dejar de construir más
casas y dedicarse en su lugar a proyectos más urgentes, como la extracción de
crudo.
Las quiebras son un fenómeno que
puede acelerar el proceso de ajuste de precios relativos, transfiriendo ahorro
y factores de producción. Las quiebras son por tanto un elemento esencial para
una rápida recuperación.
Se está evitando una liquidación pagando un alto coste
Se evitaron los tres ajustes mencionados
(cambio de precios relativos, incremento del ahorro privado y flexibilidad de
los factores productivos). Muchas quiebras que tendrían que haber sucedido no
se las dejó ocurrir. Los gobiernos intervinieron tanto la economía real como en
el sector financiero. Apoyaron a las compañías en dificultades a base de
préstamos subsidiados, programas como dinero para cambiar el coche u obras
públicas.
Los gobiernos también apoyaron y
rescataron a los bancos comprando sus activos tóxicos o inyectando capital. Al
no permitir las quiebras, la liquidación de las malas inversiones se ralentizó.
Los gobiernos también entorpecieron
la flexibilidad de los factores productivos y subsidiaron el desempleo a través
del subsidio de paro. No se permitió que los precios de la burbuja se ajustaran
rápidamente sino que hasta cierto punto se mantuvieron artificialmente elevados
por intervención gubernamental. El gobierno extrajo ahorro privado a través de
impuestos y lo malgastó manteniendo una obsoleta estructura de producción. Los
bancos financiaron el gasto del gobierno comprando más deuda soberana. Al meter
dinero en el sector público, los bancos tenían menos fondos disponibles para
prestar al sector privado.
Los factores de producción no se
desplazaron rápidamente a nuevos proyectos porque los viejos no habían sido
liquidados previamente. Continuaron atascados en lo que fueron esencialmente
malas inversiones, especialmente en un sector financiero hinchado. La movilidad
de la mano de obra se ralentizó debido a los subsidios de desempleo,
privilegios de los sindicatos, y otras regulaciones del mercado de trabajo.
La crisis de la economía real y la financiera causan una crisis de deuda
soberana
Todos estos esfuerzos por evitar
una restructuración rápida implicaron un enorme incremento del gasto público.
Gasto público que ya se había ido incrementando en la etapa de bonanza
artificial. La bonanza inducida por el crédito había traído beneficios burbuja
a varios sectores tales como el inmobiliario y el bursátil. Los ingresos del
estado por impuestos habían subido y se gastaron rápidamente en nuevos proyectos
por parte del gobierno. Estos ingresos desaparecen ahora. También bajaron los
ingresos del impuesto sobre la renta y
la seguridad social.
En esta situación de mayores gastos
que prolongan la crisis a la vez que menores ingresos, se disparó el déficit
público. La crisis de la economía real y financiera había desembocado en una
crisis de deuda soberana. Las malas inversiones no se habían reestructurado y
las pérdidas no habían desaparecido, porque la intervención pública había
evitado su liquidación. La propiedad de las malas inversiones y las pérdidas
resultantes fueron en gran parte socializadas.
La crisis de deuda soberana causa una crisis de la divisa
El siguiente paso lógico en la
secuencia de intervencionismo monetario es la crisis de la divisa. El valor de
una divisa fiduciaria lo proporcionan en última instancia los gobiernos y sus
bancos centrales. El balance de los
bancos centrales se deterioró considerablemente durante la crisis y con él su
capacidad de defender el valor de las monedas que emiten. Durante la crisis,
los bancos centrales acumularon activos tóxicos: préstamos a bancos zombis,
títulos hipotecarios sobrevalorados, bonos de gobiernos en apuros, etc.
Para poder apoyar al sistema
bancario durante la crisis y limitar el número de quiebras, los bancos
centrales tenían que mantener los tipos de interés en mínimos históricos.
Facilitaron con esto la acumulación de deuda por parte de los gobiernos.
Consecuentemente, la presión sobre los bancos centrales para que moneticen
deuda de los gobiernos se acrecienta. De hecho hemos visto ya las operaciones
"flexibilización cuantitativa I y II" por parte de la Reserva
Federal. El Banco Central Europeo también ha empezado a comprar los bonos
soberanos y aceptar garantías de baja calidad (como los bonos del gobierno griego) tal y
como hizo el Banco de Inglaterra.
Los bancos centrales están
produciendo más reservas base y reduciendo la calidad de sus activos.
Los gobiernos por su parte no están
en buena forma para recapitalizarlos. Necesitan más producción de dinero para
seguir a flote. Debido a su excesivo endeudamiento, están disponibles varias
alternativas que afectarían el valor de las monedas que emiten.
Los gobiernos pueden directamente
no pagar sus deudas dejando de pagas sus bonos. Alternativamente, pueden
hacerlo indirectamente a través de una alta inflación (otra forma de no pagar).
Aquí nos enfrentamos a un posible círculo de alimentación de la crisis
bancaria. Si los gobiernos deciden no pagar, los bancos tenedores de sus bonos
se ven afectados seriamente. Entonces necesitarían otro rescate para salvarse.
El rescate sería probablemente financiado emitiendo más deuda, lo que forzaría a producir más
dinero y la consiguiente dilución. Todo ello reduce la confianza en el dinero
fiduciario.
Conclusión
Después
de las crisis de la economía real, el sector financiero y la deuda soberana, la
lógica del intervencionismo nos conduce a una crisis de divisas. Ésta se está
produciendo ante nuestros ojos. La crisis ha sido parcialmente ocultada porque el
euro y el dólar se deprecian casi a la misma velocidad. Sin embargo se puede
ver claramente en el tipo de cambio del franco suizo o el precio del oro.
Cuando
las divisas colapsan, la inflación de precios normalmente aumenta. Cada vez tienen
que ofrecerse más unidades de moneda a cambio de bienes y servicios. Lo que
empezó con una expansión del crédito y distorsiones en la economía real,
entonces puede muy bien terminar con alta inflación de precios y reforma
monetaria.
Ahora es
fácil contestar nuestra pregunta inicial: ¿Quién está pagando los rescates de
gobiernos y bancos en la eurozona? Todos los tenedores de euros a través de una
pérdida de poder adquisitivo.
En vez de
permitir que el mercado arregle la expansión del crédito, los gobiernos
incrementaron sus deudas y sacrificaron el valor de las divisas que todos
usamos. El remedio a la distorsión causada por la expansión del crédito habría
sido la liquidación rápida de las malas inversiones, bancos y gobiernos. Ya que
los inocentes usuarios de las divisas están pagando los rescates, es difícil no
ser un liquidacionista.
Philipp Bagus es profesor asociado en la Universidad Rey
Juan Carlos en Madrid. Es autor de The Tragedy of the Euro y coautor de Deep Freeze: Iceland's Economic Collapse. The Tragedy of the
Euro se ha traducido y publicado hasta ahora en alemán, eslovaco, polaco, italiano,
rumano y búlgaro. Vea su sitio web.