Por William L. Anderson. (Publicado
el 31 de octubre de 2011)
Traducido del inglés. El artículo
original se encuentra aquí: http://mises.org/daily/5766.
* Traducido por Jason Roeschley
En la celebración de los últimos
galardonados del Premio Nobel de Ciencias Económicas, Christopher Sims y
Sargent Thomas, el New York Times editorializa
que de alguna manera se trata de una "victoria" del empirismo sobre
la teoría. Aunque los editores no atacan explícitamente la teoría, su punto es
claro al declarar que el último premio es un desafío "a los políticos que
están impulsados por la ideología que
por la consideración seria de las consecuencias de sus acciones en el mundo
real". En otras palabras, cualquier visión del mundo que pueda estar influida
por la teoría económica que corresponde a la acción humana debe ser equivocada
porque Sims y Sargent ganó el Nobel.
La afirmación es irónica, porque
Sargent y Sims han demostrado que muchos programas del gobierno (incluidos los
respaldados por el New York Times) no
han tenido los resultados que el gobierno afirmó debido a que y la anticipación
humana y acción posterior se pusieron en el camino. No es sorprendente que
muchos de estos programas fallidos se han realizados a causa de la ideología de
los políticos en el campo del New York
Times, aunque dudo que alguna vez veré un editorial sobre el tema, puesto
que el "Periódico serio" [sobrenombre del New York Times] nunca se equivoca.
Las voces de redacción son las que
parecen ser la opinión popular sobre la economía, la cual refleja lo que los
políticos llevan años diciendo. Por ejemplo, Franklin D. Roosevelt insistió
en que la teoría económica no era más que un conjunto de normas creadas por el
hombre:
Sin embargo, mientras parlotean de
las leyes económicas, los hombres y las mujeres se mueren de hambre. Debemos
darnos cuenta del hecho de que las leyes económicas no son hechas por la
naturaleza. Están hechas por los seres humanos.
En 1976, durante su candidatura para
la presidencia de EE.UU, le dijeron al senador socialista Henry “Scoop” Jackson
que sus ideas no aprobaron el examen económico. La solución, dijo Jackson, fue
fácil: "Simplemente crearemos una nueva economía".
Así es la vida. Sin duda, cada
persona que hizo tales comentarios creía que estaba proclamando algo profundo y
"práctico". La teoría, después de todo, es rígida y doctrinaria; el
empirismo es pragmático y permite a las personas que dispongan de flexibilidad
en su pensamiento, y la flexibilidad es supuestamente una virtud, al menos
cuando se está discutiendo la economía.
Hay una ironía en todo esto, ya que
nunca he visto el New York Times
respaldar (o atacar) una política sin incluir un componente ideológico y
teórico. Consideremos la siguiente cita del editorial sobre el Premio Nobel del
New York Times:
La economía, en el mejor de los casos,
es un conjunto de ideas y métodos para la mejora de la sociedad. No se trata,
como tan a menudo parece ser el caso hoy en día, de un conjunto de reglas
ideológicas que afirman por qué no podemos enfrentar los desafíos del
estancamiento económico, la pérdida de empleo y la creciente desigualdad.
Aunque no tenía ni idea que cosas
como la ley de la escasez, la ley de costo de oportunidad y la utilidad
marginal no eran más que "ideas y métodos", a diferencia de ser leyes
fundamentales de la acción humana, sin embargo, se puede notar la ideología en
todo el párrafo. Una pista más grande aparece cuando los editores sacan a
relucir lo que parecen creer su mejor carta para atacar el celo ideológico (o
lo que ellos identifican como celo ideológico en las personas que no sean ellos
mismos):
Los impactos de las decisiones
políticas pueden ser modelados y discutidos, al igual que las consecuencias de
no actuar. En el debate actual sobre la reactivación de la economía y frenar el
déficit presupuestario, sin embargo, los republicanos han empezado por rechazar
dos planteamientos importantes: a corto plazo el gasto público para estimular
el empleo combinado con los aumentos de impuestos para pagar por los nuevos
programas y, con el tiempo, reducir el déficit.
Es difícil explicar cómo los
editores pueden combinar lo que parecerían ser dos principios del keynesianismo
que se excluyen mutuamente (un conjunto de "teorías" de que el New York Times apoya en realidad), una
de ellas la primacía del gasto público para estimular la economía durante una
recesión y la advertencia simultánea contra el gobierno de aumentar los
impuestos durante la misma recesión, pero ahí está. Cuando uno dice estar
trabajando sin teoría, sin embargo, todo es posible, incluso aquellas cosas que
no lo son.
Es interesante ver que mientras el New York Times denigra la teoría
económica, aún así su más famoso columnista, Paul Krugman, emplea regularmente
los modelos teóricos del keynesianismo, y mientras los austriacos, como Murray
Rothbard, han creído que los modelos están llenos de errores, tanto en lo
que respecta a sus hipótesis y conclusiones, sin embargo, Krugman trabaja desde
un punto de vista teórico. Al igual que los editores del New York Times, no obstante, Krugman es progresista, y los
progresistas creen instintivamente que sólo puede haber progreso humano cuando
los poderes del Estado están a la vanguardia.
Si bien uno podría clasificar tal
creencia como religiosa o incluso semejante a un culto, sin embargo, es
sostenida por una gran cantidad de personas que creen que la intención misma en
el uso del poder del Estado es lo que determina sus resultados. Por lo tanto,
si el gobierno gasta miles de millones de dólares para apuntalar las empresas
de "energía verde" que se quebrarían sin los subsidios, el gobierno
sigue "creando trabajo" porque eso era lo que los autores de la
política en particular afirmaron que estaban haciendo desde el principio. Del
mismo modo, si el Estado se declara el árbitro de qué alimentos son sanos (y
los que no lo son), entonces si el gobierno declara que un determinado alimento
es apropiado para comer, por definición, es un alimento saludable.
A pesar de lo que he escrito puede
parecer ridículo, sin embargo, sigue siendo el producto de una construcción
teórica. La visión progresista del Estado es que empleará a
"expertos" que pueden determinar lo que está en el "interés
público" y lo que no, y que su propia "experiencia" es
"prueba" que su teoría del Estado y el progreso es legítimo. (Si esto
parece ser un ejemplo informal de la falacia de petición de
principio, es porque lo es.)
A medida que uno lee la editorial,
se da cuenta que los editores están usando la ideología para desacreditar lo
que ellos ven como la ideología de la teoría económica. De nuevo, tal
constructo es ilógico, pero es importante entender que si se quiere afirmar que
la lógica que subyace la teoría económica es ilegítimo - y no se puede refutar
la lógica sólida con, pues, la lógica - entonces la única vía que uno puede
tomar es la ideología. Esto sólo puede significar que el New York Times tiene una vista de la ideología parecida a la de Rebelión en la
granja, en la cual la ideología supuestamente es mala, pero algunas
ideologías son buenas, y en especial las ideologías que se basan en falacias y
no las ideologías que tienen la lógica y las leyes económicas en cuenta.
Aunque es posible usar trucos
estadísticos para poder hacer afirmaciones que violen las leyes económicas
(como el "estudio" por David Card y Alan Krueger de que un aumento
del salario mínimo aumentaría el empleo), no obstante, vemos que con el tiempo
las leyes económicas se sostienen, y se sostienen por una razón muy buena: se
basan firmemente en las cosas que podemos saber a priori. Por ejemplo, no hay
manera en la que Card y Krueger pudieran manipular su estudio de 1994 en algo
que podría afirmar que el último aumento del salario mínimo (a más de $7 la
hora) ha tenido un efecto positivo sobre las perspectivas
de empleo de los adolescentes afro-americanos, que se encuentra en un nivel
históricamente bajo.
La teoría económica sí explica el efecto que los grandes
incrementos en el salario mínimo ha tenido sobre el empleo de los adolescentes
afro-americanos y los trabajadores poco calificados, y también explica cómo los
controles de precios crean escaseces, algo que hemos visto en las ciudades que
practican control estricto de rentas, sin mencionar los controles de precios
impuestos por varios gobiernos estatales y locales después de catástrofes
naturales. No es la ideología la que nos lleva a llamar una escasez una escasez
o la que lleva a alguien versado en la teoría económica a decir que el aumento
del salario mínimo por encima de los niveles del mercado llevará a un mayor
desempleo. En cambio, es una teoría sólida que se basa en construcciones
lógicas. Murray N. Rothbard escribe:
En primer lugar, la dicotomía entre
‘lo teórico’ y ‘lo práctico’ es falsa. En economía, todos los argumentos son
teóricos. Y, puesto que la economía trata del mundo real, estos argumentos
teóricos por su naturaleza son ‘prácticos’ también. (Man,
Economy and State with Power and Market, p. 616)
Uno no
puede culpar a los editores del New York
Times por querer una economía en la cual las personas pueden aplicar sus
destrezas y habilidades y ganarse la vida. Del mismo modo, uno no deja de
desear una vida mejor para las personas que en la actualidad están revolcándose
en la pobreza debido a una economía de bajo rendimiento. Sin embargo, la única
manera de tener este tipo de economía es si los agentes del gobierno entienden
y respetan las leyes de la economía, y no tratan de eludirlas con varios
trucos, como estamos viendo actualmente.
Recuerdo
haber tenido una discusión (supongo que eso es lo que se podría llamar) con el
presidente muy progresista del departamento de las ciencias políticas de
nuestra universidad, y yo le dije que no creía que los estándares
CAFE para automóviles vendidos en los Estados Unidos eran una buena idea.
Antes de que tuviera la oportunidad de explicar por qué pensaba de esa manera,
me gritó (literalmente) a mí, "¡Usted es un ideólogo, y los ideólogos son
la fuente de los problemas en este mundo!"
Sin duda,
él no veía a sí mismo como un ideólogo, ya que razonó que si los automóviles
consumieran menos combustible, eso en sí mismo sería una buena cosa. El no
podía creer que los costos generales de lograr tales objetivos de consumo
reducido podrían ser mayores que cualquier ahorro que se devengara por más
eficiencia de combustible. Además, se suponía que yo estaba objetando contra
CAFE únicamente sobre la base de una supuesta anticuado "ideología de
libre mercado" que se abstiene de nada bueno para una teología secular
rígida. Así que hizo lo que la mayoría de los progresistas hacen cuando se
enfrentan con una forma de pensar que era contraria a las suyas: él gritó y
lanzó acusaciones.
Desde
hace más de un siglo, los progresistas estadounidenses se han convencido de que
podían crear un mundo que pudiera eludir las leyes de la economía que se han
sostenido desde hace mucho tiempo simplemente despreciando estas leyes como
creaciones ilegítimas de los seres humanos. Ahora que la economía de EE.UU.
está entrampada en un alto desempleo, una deuda masiva e incertidumbre total,
los progresistas han decidido que lo que se necesita es más de la misma
actividad que nos puso aquí en primer lugar.
Los
progresistas definen tales acciones como "pragmáticas". Yo tendería a
clasificar tales cosas en la categoría de lo que Einstein consideró la locura:
repetir algo una y otra vez y esperar resultados diferentes. Einstein entendió
la teoría, y también entendió que no se podía rebelar contra teorías
demostradas verdaderas y anticipar correctamente resultados que eran aparte de
lo que la teoría podría predecir.
Los
progresistas puede clamar contra la teoría económica, y teniendo en cuenta su
influencia en muchas áreas de la vida estadounidense, que puede que incluso
sean capaces de usar sus poderes para marginar a la gente en la vida académica
y pública que entienden cómo la teoría económica explica y limita nuestras
opciones. (Ron Paul es un ejemplo excelente.) Sin embargo, ellos no pueden
deshacerse de las leyes económicas más de lo que pueden deshacerse de la ley de
la gravedad. Pero eso no les impide intentar, tampoco les impide evitar culpar
a los demás que entienden las leyes económicas cuando los esfuerzos progresivos
de hacer cosas fuera de la teoría inevitablemente fracasan.
William Anderson es investigador
adjunto del Instituto Mises y enseña economía en la Universidad de Frostburg
State.