Por D.W. MacKenzie. (Publicado el 22
de abnl de 2009)
Traducido del inglés. El artículo
original se encuentra aquí http://mises.org/daily/3421.
Hoy es el día de la Tierra y hace una
semana “celebramos” el día de los impuestos. Es justo, en cierto sentido, que
el día de la Tierra y el día de los impuestos estén distanciados en solo una
semana. Los que echan la culpa del calentamiento
global a la actividad humana ven a los impuestos como un medio eficaz y
deseable de impedir la catástrofe ecológica global. En una publicación
reciente, el antiguo asesor de Bush, Greg Mankiw ha presentado un “invitación
abierta unirse al club de Pigou”, adoptando la idea de regular los gases de efecto
invernadero con impuestos correctores.
La idea tras los impuestos
correctores es relativamente sencilla. El economista británico A.C. Pigou
explicaba cómo los mercados necesitan correcciones. El uso de los bienes que compramos
en los mercados genera costes externos. Los precios que pagamos por los bienes
son internos, pero cualquier tipo de contaminación (ruido, del aire o del agua)
impone un coste real sobre otra gente externa a la transacción. En ese cosas,
la cantidad de bienes que compran los consumidores será excesiva porque no
soportan los costes completos. Poner impuestos a los bienes que generan
externalidades negativas internaliza los costes a los consumidores, siempre que
se fijen al nivel correcto. Por tanto, los impuestos pueden corregir en teoría
a los mercados que sobreofrecen bienes.
El Profesor Mankiw defiende gravar
el carbono, lo que incluye impuestos a la gasolina. Los impuestos a la gasolina
reducirían las emisiones de gases de efecto invernadero, reduciendo también la
congestión de las carreteras y los accidentes de circulación. Hay varias
objeciones económicas habituales a esas propuestas de impuestos correctivos.
Antes que nada, los impuestos
correctores requieren conocimiento de la magnitud de las externalidades. Las
externalidades, por definición, no reciben precio mediante ningún mecanismo o
institución social. Pero Mankiw admite problemas en el cálculo del nivel correcto
de los impuestos.
Segundo, la defensa de los
impuestos correctores a menudo deriva de la falacia del nirvana. Mankiw sí
menciona que los mercados son eficientes de acuerdo con “el primer teorema del
bienestar de la economía”, que se caracteriza por la ausencia total de
externalidades. La idea de que los mercados son solo eficientes cuando están
ausentes las externalidades sugiere que los mercados deberían considerarse un patrón
imposible de perfección. El economista Ronald Coase demostró que las
externalidades solo se desvanecen en el mundo completamente irreal en el que la
gente puede negociar y realizar transacciones sin coste. Un mundo así de costes
nulos de transacción produciría una perfección económica.
El hecho es que ni el gobierno ni
los mercados nos llevan al nirvana. Podríamos entonces acusar al Profesor
Mankiw de hacer una falsa comparación entre mercados defectuosos y un gobierno
idealizado que siempre corrige los defectos de los mercados, pero se zafa de
esta trampa. El principal problema con nuestro gobierno es supuestamente que
los políticos escuchan a los votantes en lugar de a los expertos. Mankiw toma
unas pocas frases de Bryan
Caplan para argumentar que los votantes son irracionales. Los votantes
bloquean la implantación de buenas políticas, como el libre comercio y los
impuestos correctores al carbono, porque están en desacuerdo con los expertos
reales.
Estaría de acuerdo con el primer
ejemplo de que los expertos (es decir, los economistas) están a favor del libre
comercio y el público debería prestarnos atención. El segundo ejemplo es más
problemático. Mankiw afirma que como economista no está cualificado para
comentar teorías científicas del cambio climático. Estoy de acuerdo. Ninguno de
nosotros somos expertos en estas materias. No entiendo los detalles de distintas
teorías del cambio climáticos relativas a gases de efecto invernadero,
erupciones volcánicas, corrientes oceánicas y actividad solar.
Mankiw afirma además que hay un
consenso entre los expertos en climatología en que el calentamiento global es a
la vez real y causado por acciones humanas. En este caso, solo necesitamos
examinar datos empíricos para ver que deberíamos declinar las invitaciones para
el club de Pigou. Los datos
de la RSS y la UAH sobre temperaturas globales indican que el calentamiento
global llegó al máximo en 1998 y se mantuvo plano durante la pasada década,
mientras los niveles de CO2 continuaban aumentando.
![Figure 1]()
![Figure 2]()
Los datos indican que las
temperaturas globales en la atmósfera realmente bajaron en 2007 y 2008. Algunos
especialistas afirman que el 90% del calentamiento global tiene lugar en los
océanos, pero un estudio detallado indica que las temperaturas de los océanos
cayeron de 2003 a 2008.
Mankiw simplemente se equivoca. Hay
un consenso científico en que el calentamiento global terminó hace diez años y
la idea de que los gases de efecto invernadero producen un cambio climático
global está bajo disputa. Como profesor de Harvard, el Dr. Mankiw podría consultar con su colega, el
astrofísico de Harvard, Dr. Willie Soon, para saber más acerca de cómo afecta a
las temperaturas globales la actividad solar. El
Dr. Soon está lejos de ser el único científico que duda de la teoría del
calentamiento global producido por el hombre. El pasado verán, 31.000
científicos firmaron un manifiesto afirmando que
No hay evidencia científica
convincente de que la emisión humana de (…) gases de efecto invernadero esté
causando o vaya a causar en el futuro previsible un calentamiento catastrófico
de la atmósfera de la Tierra y un cambio en el clima de la Tierra (…) hay una
sustancial evidencia económica de que los aumentos en el dióxido de carbono
atmosférico producen muchos efectos beneficiosos en los entornos naturales de plantas
y animales.
Además, hay un creciente número de
científicos que predicen un enfriamiento global en los próximos veinte o treinta
años.
Los meteorólogos Henrik Svensmark y Eigil Friis-Christensen han descubierto
evidencias de que la actividad solar afecta a las temperaturas globales.
Las proyecciones científicas de la actividad solar predicen un mínimo solar en
las próximas dos décadas. Por
supuesto, hay científicos con distintas
opiniones del cambio climático, pero aquí se trata de que la opinión científica
está dividida sobre las causas del cambio climático. Además, la evidencia real
sobre un reciente cambio climático no justifica la defensa de los impuestos al
carbono.
Mankiw ha confundido a
intelectuales con expertos. F.A. Hayek caracterizaba a los intelectuales como
gente que traslada las ideas de los expertos al público en general a través de
los medios de comunicación de masas. Una
buena parte de los medios escritos y radiados sí promueve la idea del
calentamiento global antropogénico. Sin embargo, estos intelectuales están muy
por debajo de la opinión de los expertos. Había un consenso sobre la existencia
del calentamiento global hace diez años (aunque las causas de esta tendencia
siguen debatiéndose). Ahora está claro que el calentamiento global ha cesado y
podemos haber entrado en un periodo de enfriamiento global.
Mankiw ha retorcido la idea de que
los votantes tienen creencias irracionales para argumentar que los expertos
deberían idear impuestos correctores del carbono. Los impuestos a la gasolina
supuestamente tienen sentido debido a las externalidades y los votantes
rechazan estos impuestos supuestamente por su ignorancia. La idea de que los
precios de la gasolina son demasiado bajos y deben aumentarse mediante
impuestos correctores deriva de una falsa noción de la razón. La idea de que
los expertos pueden hacer un trabajo mejor en dirigir el uso de los recursos,
incluyendo la gasolina, que los mercados y que los precios del mercado derivan
de una suposición defectuosa de que los expertos saben más que la totalidad de
la sociedad.
El precio de la gasolina se forma
de la competencia por la mano de obra y el capital por parte de distintas
industrias: las industrias que recogen más ingresos de los consumidores
obtienen el capital y mano de obra necesarios para expandir la producción hasta
niveles eficientes. Por tanto los precios del mercado reflejan las demandas
marginales de los productos. Los precios del mercado no reflejan un
conocimiento perfecto, pero no hay mejor fuente de datos sobre el uso eficiente
de los recursos. Los autocalificados como expertos afirman poseer un conocimiento
superior de los deseos de los consumidores, pero se dedican a una especulación
vacía. Los efectos de las externalidades en los consumidores son inobservables
por definición y en este caso la existencia de la fuente de externalidad en
cuestión está en seria duda.
La buena noticia es que Mankiw no
es personalmente capaz de implantar los llamados “impuestos inteligentes”. La
mala noticia es que la administración Obama ha sido tomada por los defensores
de la teoría del calentamiento global antropogénico. El viernes, la EPA anunció
que las emisiones de carbono “ponen en peligro la salud y el bienestar de la
generación actual y las futuras”. Los funcionarios de la EPA han concluido que
las crecientes concentraciones de CO2 son contaminantes. La EPA
obtuvo autoridad en esta materia mediante una decisión del Tribunal Supremo que definía al CO2 como contaminante
bajo la Clean Air Act. Este acto de la EPA indica impuestos más altos y
regulación (dirigidos a las emisiones industriales y de automóviles) en la
próxima década. Por desgracia, no es solo un tema de discusiones en la torre de
marfil de Harvard. Los cargos públicos están listos para actuar en esta materia
y sus políticas podrían imponer altos costes a los consumidores
estadounidenses.
Dados los defectos en los
argumentos del Profesor Mankiw, tendré que declinar su invitación a unirme al
club de Pigou. Los miembros del Club Pigou pueden pensar que los expertos son
los suficientemente inteligentes como para mejorar los resultados de la
competencia del mercado, pero es una proposición injustificada. Los precios del
mercado reflejan el conocimiento colectivo de todos los miembros de la sociedad
que compran y venden en el mercado y no hay mejor fuente de datos sobre cómo
satisfacer mejor la demanda del consumidor. Los precios son ciertamente
representaciones imperfectas de la realidad económica. Pero los límites de la
razón humana individual hacen inútiles los esfuerzos de los expertos por superar al
mercado.
Como la defensa de los “impuesto
inteligentes” está injustificada, replicaré al Profesor Mankiw extendiéndole
una invitación a unirse al “Club Hayek” reconociendo que los precios del
mercado son el único medio practicable para dirigir la producción global hacia
la satisfacción de las demandas más urgentes de los consumidores.
D. W. MacKenzie es profesor
ayudante en el Carroll College.