Las políticas cuasifiscales de la Fed

Por David Howden. (Publicado el 8 de febrero de 2012)

Traducido del inglés. El artículo original se encuentra aquí: http://mises.org/daily/5888.

 

Las políticas en las que se embarcó la Fed a finales del 2007 suponen un alejamiento radical de la antigua manera de llevar a cabo una política monetaria. De hecho es difícil decir que la Fed siga en el negocio de la política monetaria tradicional, entendido en Estados Unidos como buscar una inflación baja y una volatilidad productiva suave. Una nueva raza de políticas monetarias, a las que podemos llamar políticas “cuasifiscales” se ha convertido en la norma.

Las políticas de la Fed tienen un aire fiscal por dos razones.

Primera, ya no son la producción y la inflación las preocupaciones principales. La Fed ha encuadrado cualquier referencia a la inflación en los pasados cuatro años en uno de estos dos contextos

  1. los bajos niveles de inflación de precios eliminando los miedos inflacionistas a seguir políticas monetarias no ortodoxas o
  2. la amenaza de deflación, creando así la “necesidad” de una expansión monetaria para eliminar sus perniciosos efectos.

La inflación no ha sido una preocupación directa en el sentido de que el papel de la Fed es controlarla. Por el contrario, se ha visto como una restricción a las políticas de la Fed para perseguir otros fines.

Las preocupaciones acerca del mantenimiento de la producción igualmente han pasado al banquillo. Los economistas monetarios (incluidos los cargos de la Fed) veían habitualmente a la política monetaria como una herramienta para minimizar el desfase productivo. Durante los periodos recesionistas, la dosis justa de expansión monetaria debería impulsar a los empresarios a aumentar la producción y contratar trabajadores. Sin embargo, esta atención se encuentra ahora en mantener capitalizados los bancos a través de la expansión monetaria. Al no permitir las malas deudas en los balances de los bancos para evitar su insolvencia, la Fed espera evitar una contagiosa crisis bancaria. La Fed aparentemente está menos preocupada por mantener la producción y más por mantener a flote los bancos (lo que, hay que reconocerlo, sus miembros piensan que se traduciría en empleo).

La segunda razón por la que la Fed ha estado asumiendo actividades decididamente fiscales es que sus políticas están afectando directamente a sus propias finanzas. La política monetaria tradicional dejaba intacto el balance de la Fed. Hasta esta recesión, la explicación de manual de cómo la Fed altera la oferta monetaria era verdadera: compraba títulos del Tesoro y la oferta monetaria aumentaba o disminuía correspondientemente. Al comprar activos de menor calidad durante la recesión, la Fed ha puesto en peligro su propio balance en nombre del fortalecimiento de los miembros preferidos del sistema bancario.

Philipp Bagus y yo estamos en el pequeño coro de economistas que advertimos el aspecto fiscal de las nuevas políticas monetarias desde el principio. Hace varios años apuntamos los peligros que podían generar esas políticas.[1] En particular, nos centramos en el comprometido papel del dinero como almacén de valor al disminuir la calidad de los activos que respaldaban la oferta monetaria (los activos de la Fed). En otras palabras, veíamos a la inflación como una amenaza en ciernes más allá del nivel asumido normalmente por la Fed. Dábamos dos razones.

Primera, al comprar la Fed activos de baja calidad para fortalecer el balance del sistema bancario, ha aumentado la oferta de la base monetaria en casi 2 billones de dólares (un 250%). La Fed no se preocupó inicialmente, ya que las presiones inflacionistas parecían controladas. Además, en el futuro la postura podía revertirse: la Fed podría vender de nuevo al sector bancario los activos que compró (títulos con garantía hipotecaria y deudas de GSE), drenando el efectivo de las reservas bancarias en el proceso. En teoría, la inflación no sería un problema.

El problema que pocos tuvieron en cuenta era sencillo: ¿qué pasaría si los nuevos activos de la Fed perdían valor antes de revenderlos al sistema bancario? Se producía un desajuste cualitativo. La Fed compraba activos de valor incierto y pagaba con activos fijados a un valor paritario por definición (reservas). Cualquier pérdida de valor en los nuevos activos de la Fed se traduciría en nuevo dinero que la Fed no podría recomprar del sistema bancario. En otras palabras, aparecerían nuevas presiones inflacionistas si la Fed reconociera una pérdida en sus activos (que no tendría que hacer, ya que están en buena parte sin vender). Alternativamente, introduciendo expectativas en el escenario, pueden hoy crearse presiones inflacionistas bajo la expectativa de que en el futuro la Fed tenga que reconocer una pérdida en sus activos.

La segunda amenaza inflacionista aparece en forma de una pregunta poco usual. ¿Qué ocurre si la Fed quiebra? Aunque una institución con derechos de monopolio sobre la emisión de moneda es una extraña candidata a la insolvencia, hay precedentes, aunque principalmente en casos con un desfase monetario entre activo y pasivo del banco central.[2] Por suerte para Bernanke y su pandilla, no existen esos desfases en la Fed. Tampoco tiene la Fed muchos pasivos indexados a la inflación, otra posesión que podría poner en peligro su insolvencia. Para asegurarse, la Fed cambio sus normas contables hace alrededor de un año para garantizar que los contables no tendrían que preocuparse acerca de insolvencias perturbadoras.

A pesar de todo, ¿está la Fed libre de declararse insolvente? No mientras tenca activos dudosos en sus cuentas.

La Fed tiene actualmente incluidos en sus activos alrededor de 800.000 millones de dólares en títulos con garantía hipotecaria. Añadamos a eso 100.000 millones en títulos de deuda de agencias federales, de los que no todos están garantizados por el gobierno federal. Incluyamos unos 35.000 millones en activos de AIG aún en libros y la Fed resulta tener una considerable cantidad de activos de indiscutible baja calidad. (Con la degradación del gobierno federal del año pasado, alguien podría decir que los títulos del Tesoro no son mucho mejores). Si disminuye el valor de estos activos cuestionables, no hay un ajuste automático posible para estos pasivos. El efectivo se vende a la par, siempre y en todo lugar. Los pasivos de la Fed mantendrán su valor a la par, mientras que sus activos tienen grandes posibilidades de disminuir.

El único ajuste que puede hacer la Fed es una reducción de su capital. Con un ratio de capital del 2,4%, una pérdida mínima en sus activos haría insolvente el balance de la Fed. Se advierte que esto ocurre independientemente del la forma en que se registre la pérdida y por tanto los cambios en las normas contables de la Fed solo afectan superficialmente a su solvencia.

El Tesoro es la única institución que pude servir a la Fed cuando necesite recapitalizarse. Nos costaría pensar que un Congreso que pague a la Fed en lugar de sacarle dinero permanezca de brazos cruzados en los asuntos monetarios estadounidenses. Hay un claro incentivo para que el Congreso empiece a pedir favores a la Fed, lo que significa generalmente (si es que sirven de guía otros países donde se hacen esas demandas a los bancos centrales por parte del gobierno) mayores niveles de impresión de moneda e inflación.

Por suerte, yo no somos los únicos que explican este problema. Un nuevo papel de trabajo del FMI analiza este mismo problema y concluye que

  1. sí, las políticas cuasifiscales pueden ser altamente inflacionistas ya que los bancos centrales no pueden deshacer sus posiciones, pero
  2. la autoridad fiscal (es decir, el Tesoro) puede venir en su ayuda para ello.

Lo que no dicen los autores es qué pasa cuando el banco central se convierte explícitamente en responsable ante el Tesoro y depende de su financiación para operar. Si la Fed continúa con sus políticas de compra de activos de baja calidad del sistema bancario para estabilizarlo, podríamos descubrirlo. Yo dejaría esa cuestión a la teoría antes explicada… y no la pondría en práctica.

 

 

David Howden es presidente del departamento de empresas y ciencias sociales y profesor asociado de economía en la Universidad de St. Louis en su campus de Madrid y ganador del Premio Douglas E. French del Instituto Mises.

Published Thu, Feb 9 2012 6:26 PM by euribe
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