Lo irracional como objeto de cognición

Por Ludwig von Mises (Publicado el 5 de marzo de 2012)

Traducido del inglés. El artículo original se encuentra aquí: http://mises.org/daily/5931.

[Epistemological Problems of Economics (1933)]

 

Todos los intentos de explicación científica pueden en el mejor de los casos tener éxito en explicar los cambios en algo concreto. Lo concreto es en sí mismo inexplicable. Sencillamente, es. El por qué es, permanece oculto para nosotros. Es lo irracional, lo que el razonamiento no puede abarcar, aquello cuyos conceptos somos incapaces de entender sin dejar algo aún sin explicar.

Para la ciencia de la acción humana, las valoraciones y objetivos del orden final al que se dirigen los hombres constituyen lo definitivamente concreto, lo que es incapaz de explicar más allá. La ciencia puede registrar y clasificar valores, pero no puede “explicarlos” más de lo que puede indicar los valores que han de ser reconocidos como correctos o condenados como pervertidos. La comprensión intuitiva de valores por medio de la compresión sigue sin ser una “explicación”. Todo lo que pretende hacer es ver y determinar cuáles son los valores en un caso concreto y nada más. Si el historiador intenta ir más allá, se convierte en un apologista o un juez, un agitador o un político. Abandona la esfera de la reflexión, la investigación, la ciencia teórica y entra é mismo en el área de la acción humana.

La ciencia pertenece completamente al dominio de la racionalidad. No puede haber una ciencia de lo irracional como no puede haber una ciencia irracional. Lo irracional cae fuera del dominio del razonamiento humano y la ciencia. Al afrontar lo irracional, el razonamiento y la ciencia solo pueden registrar y clasificar. Son incapaces de penetrar más “profundamente”, ni siquiera con la ayuda de la “comprensión”. De hecho, el criterio de lo irracional es precisamente que no puede entenderse completamente por el razonamiento. Lo que seamos capaces de dominar completamente mediante el razonamiento ya no sería irracional.

El ejemplo más puro de lo irracional como objeto de la actividad científica se encuentra en lo que se llama Kunstwissenschaft.[1] La Kunstwissenschaft nunca puede ser más que la historia de las artes y los artistas, de las técnicas artísticas, de los sujetos y temas tratados por el arte y de las ideas que lo gobiernan. No hay una teoría universalmente válida de lo artístico, de los valores estéticos o de la individualidad artística.

Lo que dicen los que escriben sobre arte, ya sea albando o condenado, expresa solo su propia experiencia personal de la obra de arte. A esto puede llamársele “comprensión”, pero, en la medida en que vaya más allá de la comprobación de los hechos irracionales del caso, definitivamente no es ciencia. Quien analiza una obra de arte la desguaza en el sentido estricto del término. Sin embargo, su calidad artística concreta solo es efectiva en la totalidad de la obra, no en sus partes. Una obra de arte es un intento de experimentar el universo en su conjunto. Uno no puede analizarla o diseccionarla en partes y comentarla sin destruir su carácter intrínseco.

Por tanto, la Kunstwissenschaft nunca puede hacer más que bordear el arte y las obras de arte. Nunca puede entender el arte como tal. Esta disciplina puede sin embargo parecer indispensable para muchos porque proporciona acceso al disfrute de las obras de arte. A los ojos de otros, puede vestirse de una dignidad especial que se refleja en el esplendor de los propios objetos de arte. Otros más dicen que ni siquiera puede aproximarse a lo específicamente artístico. También esto es verdad, aunque uno no está por ello justificado para mirar por encima del hombro a los historiadores y la historia del arte.

La postura de la ciencia hacia los demás valores de los hombres que actúan no es distinta de la que adopta hacia los valores estéticos. Aquí tampoco la ciencia puede hacer más con respecto a los propios valores que registrarlos y, como mucho, también clasificarlos. Todo lo que puede lograr con la ayuda de la “concepción” se relaciona con los medios que le llevan a la comprensión de los valores, en resumen, al comportamiento racional de hombres buscando fines.

La historia y la sociología no son esencialmente distintas a este respecto. La única distinción entre ellas es que la sociología, como ciencia teórica, busca leyes de comportamiento racional válidas universalmente, mientras que la historia, empleando estas leyes, presenta el decurso temporal de la acción humana. El asunto del que se ocupa la historia está dado históricamente en su individualidad. Debe tratar esto con los medios proporcionados por la teoría, pero salvo que exceda sus límites y trate de prescribir valores, la historia no puede agotar la individualidad de lo concreto, ni siquiera con la ayuda de la “comprensión”.

Si uno insiste, la historia puede calificarse como una ciencia de lo irracional, pero uno no debe olvidar que es capaz de acceder a lo irracional solo por medio de la ciencia racional. En el momento en que fallan estos medios, la historia no puede conseguir más que el reconocimiento de hechos irracionales del caso a través de una comprensión empática.

La comprensión no explica lo individual, lo personal o los valores que da la experiencia, porque no entiende su significado por medio de concepción. Simplemente los contempla. Por tanto, en la medida en que la comprensión se ve afectada, no puede haber progreso en las ciencias históricas en el sentido en el que hay progreso en las ciencias naturales o en la sociología.

Hay progreso en las ciencias históricas solo en la medida en que se implique la concepción, es decir, en la medida en que la mejora en el tratamiento de las fuentes y la cognición sociológica más penetrante nos permita entender mejor el significado de los acontecimientos de lo que era posible anteriormente. Hoy, por ejemplo, con la ayuda de la teoría económica, somos capaces de entender los acontecimientos de la historia económica de una forma que no era posible para los anteriores historiadores. Sin embargo, la historia debe reescribirse continuamente, porque el elemento subjetivo del paso del tiempo y en cambio en las personalidades abre una y otra vez nuevos puntos de vista para la comprensión.

Este elemento subjetivo, que está siempre mezclado con la comprensión, es responsable del hecho de que la historia pueda escribirse desde distintos puntos de vista. Hay una historia de la Reforma desde el punto de vista católico y otra desde el protestante. Solo quien no reconozca las diferencias fundamentales que existen entre concepción y comprensión, entre sociología e historia, tenderá a asumir que existen también estas diferencias en la esfera de la sociología y a contrastar, por ejemplo, una sociología alemana con una sociología inglesa o una economía proletaria con una economía burguesa.

 

 

Ludwig von Mises es reconocido como el líder de la Escuela Austriaca de pensamiento económico, prodigioso autor de teorías económicas y un escritor prolífico. Los escritos y lecciones de Mises abarcan teoría económica, historia, epistemología, gobierno y filosofía política. Sus contribuciones a la teoría económica incluyen importantes aclaraciones a la teoría cuantitativa del dinero, la teoría del ciclo económico, la integración de la teoría monetaria con la teoría económica general y la demostración de que el socialismo debe fracasar porque no puede resolver el problema del cálculo económico. Mises fue el primer estudioso en reconocer que la economía es parte de una ciencia superior sobre la acción humana, ciencia a la que llamó “praxeología”.

Este artículo está extraído del capítulo 3 de Epistemological Problems of Economics (1933), traducido al inglés por George Reisman.



[1] Nota del traductor al inglés: El término alemán Kunstwissenschaft, que se utiliza en el original, significa una disciplina que se ocupa tanto de la historia del arte como de las evaluaciones estéticas de éste.

Published Tue, Mar 6 2012 6:34 PM by euribe