Por Robert P. Murphy. (Publicado el 3 de octubre de
2011)
Traducido
del inglés. El artículo original se encuentra aquí: http://mises.org/daily/5699.
Recientemente,
se convertido en viral un vídeo
de Elizabeth Warren, consiguiendo más de medio millón de visitas en los
primeros diez días. Después de fustigar las políticas de la administración
Bush, Warren continúa criticando la afirmación de que los ricos tienen derecho
a la renta de sus actividades. Warren argumenta que solo es justo que los ricos
devuelvan a la comunidad (en forma de impuestos más altos), ya que se
benefician de las inversiones del gobierno que hicieron posible su éxito
financiero.
El argumento de Warren es erróneo
tanto por principios como por aplicación práctica. Es importante explicar
exactamente por qué es erróneo,
porque su punto de vista está ganando aceptación entre la izquierda progresista.
Aparte de la evidente popularidad de las declaraciones de Warren, el nuevo
libro de moda de Robert Frank es otro ejemplo de este ataque a los derechos
convencionales de propiedad.
El alegato de Warren contra la propiedad privada
Empezando en la marca 0:48 del vídeo,
Warren dice:
No hay nadie en este país que se haya
hecho rico por sí mismo. Nadie. ¿Has construido una fábrica? Bien por ti. Pero
quiero dejarlo claro: llevas tus productos al mercado en carreteras que pagamos
el resto, contratas trabajadores a los que el resto pagamos su formación, estás
a salvo en tu fábrica gracias las fuerzas de policía y bomberos que pagamos el
resto. No tienes que preocuparte de que bandas de merodeadores vengan y se
lleven todo en tu fábrica ni de contratar a alguien para que te proteja de
esto, por el trabajo que hicimos el resto. Mira ahora, ¿construiste una fábrica
y resultó ser algo terrorífico o una gran idea? Que Dios te bendiga. Llévate un
gran pedazo. Pero parte del contrato social subyacente es que te lleves una
parte y pagues para el próximo chico que venga.
Hay tantas cosas erróneas en el
análisis de Warren (que en conjunto está usando para justificar el aumento de
los tipos impositivos a “los ricos”) que es difícil organizarlos. Expliquemos
primero los problemas de conjunto respecto de su enmarcado de principios y
luego nos centraremos en los defectos prácticos económicos.
La defectuosa filosofía de Warren
Como reconocía
Sheldon Richman, Warren empieza sobre un terreno sólido: nadie es una isla.
Si tomamos el principio de forma suficientemente amplia, entonces evidentemente
nadie de hace rico “por sí mismo”. Todos nos beneficiamos por haber nacido en
una sociedad con una infraestructura legal, cultural y material ya existente.
Si no fuera por la previa existencia del lenguaje (por no mencionar el
descubrimiento de las matemáticas y la electricidad), entonces los miembros
actuales de la lista Forbes 400
estarían viviendo como salvajes.
¿Pero qué tiene esto que ver con
pagar impuestos al gobierno? Warren alude a un “contrato social subyacente”.
Bueno, le conviene mucho explicar este contrato, que ninguno hemos visto nunca,
pero aparentemente ella sí puede
interpretar.
Incluso en las propias palabras de
Warren, tendríamos que decir que la comunidad decide colectivamente en cuánto
se gravará a la gente para proveer bienes que beneficien a la comunidad (como
carreteras, defensa nacional, etc.). Así que cuando la administración de George
W. Bush “recorta los impuestos a los ricos” (una acción que Warren encuentra
indefendible, como demuestran sus anteriores comentarios en el vídeo) es tan
válido como ejercicio de la voluntad del pueblo como los sería si la
administración Obama aumenta los tipos impositivos. Aún así, por alguna razón,
Warren actúa como si el “contrato social” significara siempre que podemos tomar
más de los ricos, independientemente de cuánto estemos tomando actualmente. (Si
la administración Obama no aumenta los impuestos hasta el tipo
impositivo marginal del 70% de la gente con rentas superiores como teníamos
a finales de la década de 1970, ¿diría Warren que es porque Jimmy Carter estaba
entonces incumpliendo el contrato social subyacente?)
Warren tiene razón: hay una opinión extendida de que
realmente la gente rica es muy afortunada, de que se han visto bendecidos. Y precisamente por eso mucha
gente rica da grandes cantidades de sus fortunas a causa caritativas. Warren
sencillamente afirma que el gobierno debería ser el receptor de esta
comprensible reclamación de compartir la riqueza.
Aparte de la filantropía, otra
práctica social es que los padres cuiden de los hijos. Luego, cuando los hijos
se hacen adultos a su vez cuidan de su
descendencia. Es esto exactamente lo que Warren tiene en mente con su mención a
“pagues para el próximo chico que venga”. Eso es exactamente lo que la sociedad
espera de la gente y eso es lo que hacemos la mayoría. De nuevo vemos a Warren
incluyendo al gobierno en la mezcla sin ninguna justificación.
El último problema importante de
principios respecto de la postura de Warren es que el gobierno da a los ricos pocas alternativas a
aceptar los supuestos beneficios de sus actividades. No es como si una fábrica
tuviera alguna alternativa entre transportar los productos mediante carreteras
públicas o privadas. Y los directivos en Boise (que no piensan que tengan un
serio riesgo de sufrir un ataque de Al-Qaeda) no tienen la opción de rechazar
la “útil” política exterior de los gobiernos de EEUU con su tremendo precio.
Para ver lo absurda que es la
postura de Warren, imaginemos un funcionario de partido en la era soviética
reprendiendo a los trabajadores que pensaban que ya habían trabajado bastante
en un campo de trabajo en Siberia: “¡Desagradecidos desgraciados! ¿No os dais
cuenta de que el pan por el que vuestras esposas esperan 3 horas en cola viene
del gobierno? Hay un contrato social por el que os damos comida y casa,
mientras que vosotros nos dais trabajo y respeto”.
Problemas prácticos en la postura de Warren
Aparte de las objeciones por
principios, también podemos indicar varios problemas económicos prácticos en la
opinión de Warren. En primer lugar, el propietario de una fábrica ya paga mucho por el uso de carreteras
públicas y servicios laborales de sus empleados. Al contrario que otros “bienes
públicos”, las carreteras a menudo tienen un flujo de pagos mas específico en
forma de peajes o impuestos a las gasolinas. Así que el propietario de fábrica
que paga a las empresas de camiones para distribuir productos ya está pagando
mucho más para mantener el sistema de carreteras interestatales que una persona
de bajos ingresos que viva en Manhattan sin coche.
Respecto de los trabajadores
cualificados, también el propietario de la fábrica paga por ello: llamamos a
esos pagos “salarios”. Si alguien va a la Universidad de California en Berkeley
y se convierte en un excelente ingeniero, que es capaz de generar 150.000$
extra en ingresos a un propietario de fábrica, entonces con mercados laborales
competitivos esperaríamos que el ingeniero gane cerca de 150.000$.
Este análisis no significa que los
propietarios de negocios sean indiferentes a la calidad educativa, pero sí demuestra que las cosas no son tan
evidentes como quiere hacernos creer Warren. Si los estudiantes en escuelas y
universidades públicas están recibiendo formación que aumenta su productividad,
los beneficiarios primarios son los propios estudiantes. Así que Warren estaría
pidiendo a éstos que suelten más
dinero, no a los empresarios que ya han pagados la carga completa por sus
servicios.
Si realmente queremos ser
quisquillosos, podríamos preguntar si Warren piensa que los buenos negocios que
no necesitan las carreteras y que
tienen pocos empleados de universidades financiadas por el gobierno, deberían
rebajar sus impuestos a los ingresos. Por ejemplo, supongamos que un novelista
de éxito fue toda su vida a escuelas privadas. Ahora vive en una cabaña en
medio de ninguna parte, mandando por correo electrónico a su agente sus últimos
manuscritos. Excepto la Internet de Al Gore, ¿qué “recursos públicos” está
consumiendo nuestro novelista? ¿Por qué debería pagar una gran parte de su
renta al gobierno?
Conclusión
El argumento de Elizabeth Warren a
favor de impuestos más altos a los ricos es erróneo tanto desde el punto de
vista de los principios como desde la práctica. En lugar de dar una
justificación bien definida y filosóficamente defendible de una política
concreta, está pidiendo un cheque en blanco para que los políticos expriman aún
más a “los ricos”… lo que en la práctica incluiría a la clase media.
Robert Murphy es investigador adjunto del Instituto Mises, donde
enseña en la Mises Academy. Gestiona
el blog Free Advice y es autor de The Politically Incorrect
Guide to Capitalism, Study Guide to Man, Economy,
and State with Power and Market, Human Action Study Guide, The Politically Incorrect
Guide to the Great Depression and the New Deal y su nuevo libro Lessons for the Young
Economist.